Morelia, Mich. / Mayo 29.-
No hay rastros de él, pero sus confesiones y fotografías quedaron grabadas. Él confesó ante militares ser parte del Ejército de sicarios de La Familia Michoacana y estar en uno de los campos de adiestramiento del grupo criminal en Tancítaro, momentos antes de ser entregado a la Procuraduría General de Justicia de Michoacán e inexplicablemente desaparecer sin que quedara registro de su captura.
Ricardo Montelongo Soriano tenía una semana de haberse unido a las filas de sicarios de La Familia Michoacana. Abandonó su empleo por una mejor oferta: ganar 8 mil pesos semanales. Eso le dijeron para reclutarlo y comenzar a entrenarlo en el manejo de armas, el secuestro de personas y los métodos para asesinar a los enemigos del grupo criminal.
Hace 11 días Ricardo fue aprehendido luego de una persecución por parte de militares y policías municipales en el poblado de Las Tinajas, del municipio de Tancítaro. En medio de un enfrentamiento este hombre de 20 años de edad fue abandonado por sus cómplices y los soldados lo arrestaron con un fusil R-15, a casi 100 metros de una casa donde intentó refugiarse y en la que había un menor secuestrado.
Ante los militares y policías municipales Ricardo habló. Confesó, de acuerdo con información recabada por el Ejército, que La Familia Michoacana tenía en esa zona un campo de adiestramiento de sicarios en cual él mismo era entrenado.
Fue fotografiado. Su rostro denotaba su nerviosismo, pero ese fue el último testimonio sobre su presencia en ese sitio. A pesar de sus confesiones y de ser detenido en posesión de un arma de alto poder, desapareció después de ser entregado al Ministerio Público. No hay expediente que hable de él y mucho menos hay un reporte oficial de lo sucedido ni en la Subprocuraduría de Uruapan ni las oficinas centrales de la procuraduría estatal.
El caso de Montelongo Soriano se parece al del ex director de la Policía Municipal de Uruapan, Carlos Negrete Lezama, quien desapareciera tras ser detenido por elementos de la procuraduría del estado. Sólo que en esta ocasión Montelongo Soriano fue parte de un reporte militar que lo ubica como detenido en el municipio de Tancítaro.
La detención del joven, registrada en imágenes, no deja lugar a dudas. Tampoco está en duda la presencia del grupo de militares que estuvo en el operativo. Mucho menos de las patrullas de la Policía Municipal de Tancítaro. Pero a partir de su entrega a las autoridades de la procuraduría estatal comienzan los enredos.
Primero dijo ante los militares haber trabajado en la fábrica de hielo Pacomer, situada en la carretera Apatzingan-Uruapan, a la altura del kilómetro 2.5, en la zona Industrial de Apatzingán, Pero ahí, de acuerdo con informes de la empresa, nadie lo conoce. Después de ver la foto del joven la empresa señaló que la playera que portaba quien aparece ahí era de una antigüedad de más de 10 años, aunque en la foto la camiseta aparece en buen estado y no parece ser tan antigua.
Dicen que no está en sus listas de empleados. Tampoco lo reconocen físicamente y en conclusión: nunca trabajó ahí. El misterio sobre la identidad de este hombre es tal que la procuraduría del estado informó oficialmente a través de su oficina de prensa que “no hay datos de la puesta a disposición de este sujeto”. Pareciera como si nunca hubiera existido Ricardo, el aprendiz de sicario. Como si nunca se le detuvo y como si todo el operativo de su captura fuera una mentira.
Pero más allá de toda duda y de la sorpresa y molestia dentro de las fuerzas militares del estado, están las fotografías de Ricardo Montelongo Soriano. Ello aunque para la procuraduría y el Ministerio Público del estado no haya existido ni él ni su confesión sobre los centros de adiestramiento de La Familia Michoacana.
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