México, D.F.-
Elena Poniatowska fue llamada de muchas formas: mujer sofisticada y culta, la más valiente de las escritoras, baronesa del papel, escritora poderosamente humana, la más importante autora contemporánea y la más querida del país, propagadora de la lucha contra las injusticias, profeta que señala todas las anomalías que hay en el país, denunciante de la corrupción y las agresiones, y princesa que, cual bella durmiente, fue víctima de una maldición que la condenó a vivir en un país del tercer mundo.
De esa y de muchas otras maneras, amigos, activistas sociales, académicos, funcionarios culturales y universitarios, familiares, compañeros de las luchas que a lo largo de los años ha dado Elena Poniatowska la acompañaron en la sala Miguel Covarrubias de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), que lució llena en el homenaje a la periodista y narradora nacida en París el 19 de mayo de 1932.
La escritora estuvo acompañada en una amplia mesa por el rector de la UNAM, José Narro Robles; los ex rectores Juan Ramón de la Fuente y Guillermo Soberón Acevedo; así como el caricaturista Rafael Barajas “El Fisgón”, el escritor Juan Villoro, las activistas sociales Marta Lamas y Evangelina Corona, el crítico de cine Carlos Bonfil, la académica María Consuelo García Piñeros y la escritora y funcionaria de la UNAM, Rosa Beltrán.
El rector José Narro reconoció el activismo social, el compromiso de la escritora y dijo que “Elena Poniatowska es una voz clave e insustituible de la cultura mexicana. Pluma al servicio de la solidaridad”.
Sonriente, abrumada por tantos elogios, Poniatowska dedicó su discurso a los jóvenes que son “mi fuerza, mi inspiración y mi orgullo. Creo en ellos como en el Santo Niño de Atocha… sin los jóvenes mexicanos estaríamos perdidos, sin aliento, sin alguien por quien luchar y sin futuro. Admiro a los jóvenes por su lucha incansable a pesar de que México hoy por hoy es el país del desempleo”.
La autora de “Hasta no verte, Jesús mío” dijo que la marginación hace a los jóvenes sensibles a las injusticias y que a lo largo del tiempo ellos han sido solidarios con los ferrocarrileros, los mineros, los indígenas, los paracaidistas, las madres de desaparecidos y las víctimas de la violencia.
Sus palabras fueron reconocidas con un cálido y largo aplauso; no faltó el ¡Goya! tradicional para la escritora, que ha lamentado no haber pasado por las aulas de la UNAM. El rector José Narro Robles le hizo entrega de un reconocimiento.
Princesa y activista
Poniatowska y los cientos de asistentes, escucharon cómo Rafael Barajas tramó un cuento de princesa para decir por qué, víctima de una maldición, la autora de “La noche de Tlatelolco” llegó a México cuando era una niña, y que en ese país tendría un profundo sentido de justicia. Aquí fue condenada a entrevistar a reyes y bufones, y le “dio voz a quienes no la tenían”.
Evangelina Corona, líder de las costureras tras los sismos de 1985, la describió como una mujer solidaria del pueblo de México, denunciante de la corrupción y de las agresiones y amiga “de una fulana que no había cumplido más que el tercer año de primaria”, refiriéndose a sí misma.
Juan Villoro, Barajas y Carlos Bonfil, la definieron como una escritora que ha apoyado muchas causas perdidas; como una escritora que ha encontrado la victoria compensatoria que merece la palabra en la literatura. “Lo que se sepa de México en estos tiempos, sin duda, tendrá que ver mucho con Elena Poniatowska”, dijo Villoro.
“No ha hecho crónica desde la indiferencia, por el contrario es una de las cronistas del fuego, de las que encienden una antorcha para participar en los movimientos sociales”, sentenció.
•Artículo publicado en EL UNIVERSAL el 15 de mayo de 2012.
Discussion about this post