México, D.F.-
La mañana del lunes pasado ninguno de los trabajadores o vecinos de la calle Lancaster se percataron de alguna anomalía. Los dos negocios de enfrente del bar “After Heaven” no abrieron. El señor que cuida los autos estacionados en Lancaster, así como el vendedor de dulces de la misma calle no laboraron.
Algunos hombres y mujeres que trabajan en Lancaster, Hamburgo y Reforma, se enteraron a través de diversos medios de comunicación de que levantaron a once comerciantes de Tepito –según cifras oficiales– quienes se encontraban en el lugar también conocido como “Bicentenario”.
“Siempre paso por aquí cuando voy para mi trabajo y no sabía qué era este lugar. Siempre escuchaba música como a las ocho de la mañana, pero nunca vi nada”, comentó un trabajador de telecomunicaciones de nacionalidad francesa.
Dos empleados de un Hotel de lujo ubicado sobre Hamburgo, cuentan que el bar “no era un sitio cualquiera, sino un lugar muy privado. Llegaban hombres y mujeres –de entre 20 y28 años de edad— en motocicletas y vehículos de lujo, quienes se estacionaban donde querían”.
El vendedor de dulces narró que un día llego a las 10 de la mañana a la esquina de Hamburgo y Lancaster, donde vende a diario, pero “un carro estacionado justo en mi lugar no me dejó poner mi puesto; no le pude decir nada”.
Según los dos empleados del Hotel, cada mañana que llegaban a su trabajo “veíamos que hombres y mujeres salían del bar muy borrachos, casi siempre a las 11 de la mañana”. Ambos descansaron el domingo y no vieron nada relacionado con el presunto secuestro de los residentes del barrio de Tepito.
El dueño de la estética que se encuentra frente al bar “After Heaven”, aseguró que la puerta de aquel lugar de diversión nocturna siempre estaba cerrada y hacia dentro no se lograba ver nada.
Debido a que los días lunes y domingos no abre su negocio, no se percató de ninguna anomalía la mañana en que plagiaron a los comerciantes de Tepito.
Indicó que no tener su local abierto fue un golpe de suerte, pues no quiere meterse en problemas, por lo cual prefiere ignorar todo lo que sucede a su alrededor, “no quiero ser corresponsable; además, ellos ni de mi familia son, no es mi problema”.
Para el dueño de la estética que da servicio desde hace veinte años, cuando él llegó de Suecia, “toda la Zona Rosa está fuera de control” y lo ocurrido en el bar vecino a su negocio “comprueba que tenemos una policía que no realiza su trabajo”.
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