Múzquiz, Coahuila / Abril 24.-
En los 15 años que lleva apagando incendios, el brigadista Julio César Hernández nunca había visto de cerca un “torbellino de fuego”. En la sierra norte de Coahuila lo encontró, miró cómo “levantó la lumbre hasta 30 metros”, escuchó su zumbido, “parecido al de una turbina”, y sintió cómo “el aire se puso caliente”.
Esos remolinos se han convertido en el mayor peligro que enfrentan los más de 835 brigadistas que, desde hace un mes, tratan de apagar los dos incendios de gran magnitud que han cubierto de humo la sierra norte de Coahuila.
Julio César es uno de los 15 brigadistas de la Comisión Nacional Forestal (Conafor) que hace dos semanas llegaron de Durango para apoyar en el combate a los incendios de Coahuila.
Estos hombres, acostumbrados a lidiar con fuego, vivieron uno de los días más difíciles el pasado 18 de abril. Frente a ellos se formó un torbellino “lleno de lumbre” que provocó que el incendio cambiara de dirección y que se extendiera aún más.
“Aquí nos hemos enfrentado a condiciones desconocidas. Aquí los vientos soplan raros y hacen muchos remolinos. Eso fue lo que pasó. En dos ocasiones, la lumbre hizo un remolino y comenzó a avanzar. Uno de esos remolinos avanzó hacia donde estábamos nosotros trabajando. Así que tuvimos que salir corriendo”, cuenta Julio César, quien todavía se dio tiempo para grabar, con su celular, el torbellino.
“Nos sorprendió mirar eso, porque en Durango, de donde somos, hay muchos incendios, pero nunca habíamos visto esto”, dice.
Alfredo Bustamante, otro de los brigadistas de Durango, cuenta que el torbellino se formó cerca de las dos de la tarde. “Estábamos trabajando en un contrafuego. Los aviones tiraban agua y nosotros, en tierra, tratábamos de cerrar esa zona cuando comenzamos a escuchar el zumbido. Volteamos y lo vimos. Corrimos para subirnos a la camioneta. Los soldados también. Ya arriba, comenzamos a gritar, porque la adrenalina se sube al ver eso”.
Ángel Remigio Salaises, junto con otros tres compañeros, ya no alcanzó a correr. “Nosotros nos tiramos de panza y nos cubrimos. Lo bueno fue que el remolino cambió de dirección. Y es que era puro fuego, no nada más era humo y ceniza, había mucho fuego. Cualquiera que hubiera agarrado adentro, lo quema”.
Los “torbellinos de fuego” se forman cuando se encuentran “vientos cálidos y fríos, así como una combustión de alta intensidad que genera una concentración de energía”, explica Alfredo Nolasco, gerente de Protección y Control de incendios de la Conafor.
El especialista en incendios dice que han sido varios los remolinos que se han formado en los valles de Coahuila. “Por eso la instrucción para los brigadistas ha sido que el combate al fuego se realice en forma indirecta”, dice. Gracias a ello ningún brigadista ha sufrido heridas o quemaduras graves.
En el campamento Cimarrón se concentra parte de los brigadistas que combaten el incendio en La Sabina. Su labor se ha enfocado a evitar que el fuego cruce la sierra de Santa Rosa y se extienda al norte, donde está Maderas del Carmen, área natural protegida y reserva de la biosfera.
Los brigadistas trabajan en la noche y las mañanas. “Después de las 2 de la tarde es prácticamente imposible detener el incendio”, dice Nolasco. Y es que, conforme avanza el día, el viento tiene más presencia y es el peor enemigo.
“El viento no está ayudando. Generalmente no hay viento en estos meses, pero ahora se han registrado vientos atípicos. El viento, sobre todo, ha hecho que esto se ponga fuera de control”, dice Manuel González, propietario del rancho La Palma y presidente de la Unión Regional Ganadera.
Hace un mes que los hombres que trabajan en este rancho y en los otros 45 que hay en estos valles dejaron de ser vaqueros para combatir el fuego.
A quienes ya se le nota el cansancio es al grupo de 25 brigadistas enviado por el gobierno de Coahuila. Llevan 26 días sin descanso. “Lo más difícil es cuando el aire viene en contra. Ahí es cuando ya no hayamos ni pa’ dónde arrancar”, dice José Alberto Martínez. Él, como sus compañeros, no sabe si por esta labor recibirán un pago extra a los 2 mil 800 pesos que reciben a la quincena.
En los 39 días de incendios en la zona de El Bonito y La Sabina han dejado 193 mil hectáreas afectadas. Más de 90% son pastizales y matorrales. Se calcula que cerca de 5 mil hectáreas (sobre todo en El Bonito) corresponden a una zona con arbolado adulto.
“Si usted le pregunta a gente de 90 años, le van a decir que nunca habían visto algo así”, dice Manuel González, del rancho La Palma. Desde el aire sólo se ve una extensa nube de humo.
Las 21 aeronaves que tiran agua y químicos retardantes tienen que lidiar con la baja visibilidad; además, han extremado precauciones porque no cuentan con un controlador de vuelos. Los pilotos se comunican entre ellos para coordinarse y evitar accidentes.
El miércoles y jueves pasados, los brigadistas en El Bonito recibieron con optimismo la lluvia, pero que fue insuficiente para apagar el fuego. Alfredo Nolasco dice que para los próximos días no existen pronósticos de lluvia.
Entre los más de 835 brigadistas de distintas dependencias, sobresale un grupo de nueve mujeres de la Unidad de Rescate y Apoyo a la Sociedad (URAS), de la Policía Federal.
Érica de la Rosa, de 26 años y originaria del DF, ha viajado a diversas partes del país para apoyar a población en afectada por inundaciones. Es la primera vez que le toca un incendio.
“Llegamos el 16 de abril. El trabajo que hacemos es el mismo que el de nuestros compañeros hombres: subimos a áreas que nos indican, barremos los restos que dejó el incendio para que no vuelva a prender; hacemos labores para disipar el fuego”, explica Érica, quien después de más de ocho horas de labor hace fila en el comedor.
“Este incendio está muy grande. A ver cuánto tiempo más nos lleva. Todos en nuestra brigada tenemos ganas y deseo de terminar este incendio porque hemos visto en nuestro estado morir fauna. Y aquí nos han dicho que hay muchos animales”, dice Julio César Hernández, el brigadista de Durango.
Y no exagera. Estas sierras y valles dan refugio al venado cola blanca, al oso negro, al guajolote silvestre, al jabalí, al coyote, la víbora de cascabel, el halcón peregrino, el correcaminos, las águilas real y cola roja.
Los brigadistas no sólo hablan de los animales. Su tema de conversación en estos días también ha sido los “torbellinos de fuego”. Quienes tuvieron enfrente uno, aún siguen exaltados.
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