Uruapan, Mich.-
Su encomienda es regresar la seguridad a los habitantes y detener a los integrantes de Los Caballeros Templarios que operan en la entidad, pero las condiciones en las que viven, duermen y comen, contrastan con las necesidades básicas que requieren en una zona donde en cualquier momento se puede perder la vida.
Con jornadas de 24 horas los siete días de la semana, la realidad que enfrentan cientos de elementos de la Policía Federal no sólo los mantiene bajo estrés y cansancio, sino también los ha llevado a una ruptura familiar ante la falta de descanso para poder visitar sus hogares.
Diferentes testimonios recabados en Tierra Caliente muestran la inconformidad de los elementos por las cargas de trabajo a las que son sometidos, y dejan al descubierto la ruptura del seno familiar de algunos elementos, quienes se separaron de sus esposas o familias debido a la responsabilidad de sus labores.
“Me separé de mi esposa. En el último año sólo la he visto dos veces, porque bajé de Tamaulipas y me mandaron para Aguililla. No me han permitido ir a la casa, dicen que hace falta gente”, menciona Luis, elemento de la Policía Federal, quien permanece en el municipio de Aguililla desde julio de 2013.
La situación que enfrentan los policías ha orillado a algunos de ellos a buscar una nueva familia en los municipios donde se encuentran comisionados.
“Es feo decirlo, pero es la verdad. Algunos hemos buscado una segunda oportunidad con las mujeres del municipio. En mi caso me separé de mi esposa, hace dos años, por lo mismo que todos: no hay tiempo de verlas. No es suficiente con mandar dinero, hace falta el cariño, el convivir con la familia”, narra Carlos, otro de los elementos que lleva más de nueve meses en el municipio de Aguililla.
En la misma situación están cientos de policías —mujeres y hombres— que arribaron entre el 13 y 15 de enero a Tierra Caliente como parte del programa del Acuerdo para el Apoyo Federal a la Seguridad de Michoacán.
El personal no sólo denuncia la falta de descanso y el exceso de trabajo, sino también los malos tratos de los mandos.
Además de las condiciones laborales en las que combaten al crimen organizado, también se encuentran las pésimas instalaciones en las que viven. Un ejemplo de ello es el grupo destacamentado en el municipio de Tumbiscatío, el cual duerme, desayuna y come en lo que hasta hace unos meses era un rodeo.
El lugar fue habilitado de imprevisto por el personal, con palos de madera y lonas de plástico que sirven como los muros de las casas de campaña.
Las gradas del rodeo tienen una doble función: sirven como tendedero y como soporte para las hamacas, en las que los elementos tratan de dormir cuando tienen un pequeño descanso.
Algunos policías dicen estar conformes con su situación laboral, siempre y cuando les paguen cada 15 días, pero otros mencionan que sólo buscan una oportunidad para dejar la corporación y tener un nuevo empleo.
“Mientras nos paguen no está mal, uno manda el dinero a la familia, lo primordial es que ellos se encuentren bien. Pero esto no es un trabajo, es la esclavitud”, expresa uno de los elementos.
El aumento de las jornadas laborales ha llevado al incremento de las atenciones médicas por estrés laboral en el personal, así como por diferentes trastornos originados por el empleo.
“No queremos que nos traten de forma especial, nuestro trabajo es estar en la calle, pero sí le pedimos a los mandos que nos den un mejor trato, apegado a lo que marca la Ley del Trabajo”, sugiere Mario, un elemento cuya base se encuentra en el municipio de Arteaga.
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