México, D.F./Dic. 8
La Arquidiócesis Primada de México aseguró que los políticos que proponen la pena de muerte para secuestradores sólo demuestran “irresponsabilidad y el oportunismo de un mal político que no ha sabido tomar su propia responsabilidad”.
En el editorial de su órgano informativo “Desde la Fe”, señaló que los auténticos gobernantes no proponen la venganza sino una eficaz aplicación de la justicia y un mejoramiento de las instituciones.
Dijo que se puede entender “la indignación y la desesperación” de la población que se expresa en las encuestas a favor de la aplicación de ese castigo, pero no de los actores políticos.
En el texto, se menciona que la sociedad está haciendo enormes esfuerzos para superar el camino de la justicia vengativa ya que el país no puede degradar sus valores y principios colocándose en el mismo nivel que los criminales.
La Arquidiócesis apuntó que la violencia se ha incrementado, no sólo por los enfrentamientos entre bandas criminales que llevan a cabo “levantones, ejecuciones, descabezamientos, torturas e incineraciones” sino porque ahora la población se ve amenazada por delincuentes que toman el peor de los caminos como el secuestro.
Expuso que los secuestradores lucran con el sufrimiento y la vida de los inocentes –niños y adolescentes– que mueren aún después de que se pagan enormes cantidades por el rescate.
A estos delincuentes los calificó como “asesinos totalmente embrutecidos y deshumanizados”.
En la misa dominical oficiada en la Catedral Metropolitana, el cardenal Norberto Rivera señaló que si se construye una sociedad fundamentada en el desquite y la muerte se estará contradiciendo a Dios.
El también Arzobispo Primado de México refirió que si “nosotros queremos construir una sociedad con base en la violencia, con base en el desquite, en la muerte, estaremos contradiciendo al Dios de la vida, al Dios que vino a traernos la paz”.
La Arquidiócesis reconoció a las voces que se han manifestado contra la pena de muerte ya que nada soluciona, “se trata de un instrumento más para la injusticia humana”.
“La ley del ‘ojo por ojo, diente por diente’ tiende a una venganza social que sólo prolonga la violencia sin solucionarla y es propia de las sociedad primitivas”, expresó.
Situó a México como un país violento, con “una historia bañada en sangre” desde la Independencia hasta la Revolución y “la vergonzante agresión a la población creyente entre 1924 y 1930 (la guerra cristera)”.
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