México, D.F.-
El tema de las drogas no sorprende a los estudiantes de secundaria. Incluso, reconocen que tienen amigos que fuman mariguana o que ellos mismos lo hacen.
Obtenerla es fácil, lo mismo en la escuela que en alguna línea del Sistema de Transporte Colectivo Metro. La cocaína les llega en menor proporción, pero algunos la utilizan.
– Siempre que voy a fiestas la fumo
Braulio tiene 14 años, estudia el tercer grado de secundaria y acepta que, con alguna frecuencia, fuma mariguana.
La primera vez que la probó tenía 13 años. Fue en una fiesta donde le ofrecieron su primer “toque”, recuerda.
Él aceptó y desde entonces el consumo de la droga forma parte de su rutina, sobretodo cuando acude a reuniones con amigos.
“Lo hice para relajarme y siempre que voy a fiestas fumo, porque me invitan; nunca la he comprado”, asegura el jovencito.
Aclara que nunca ha consumido en la escuela o en su casa.
Considera que quienes fuman o consumen algún tipo de sustancia nociva para la salud lo hacen “por moda, por curiosidad o para relajarse”, como en su caso.
Aunque Braulio no consume mariguana en el plantel donde estudia, afirma que es fácil conseguirla ahí y en otros lugares cercanos: “La podemos conseguir en todos lados: en Ciudad Universitaria, en Centro Médico, en toda la línea 2 del metro”.
Incluso, asegura que siempre que transita por alguna estación de esa línea del Sistema de Transporte Colectivo, alguien se acerca para ofrecerle algún tipo de droga.
“Creo que se me acercan por mi aspecto, por la forma en que me visto”, explica.
Habitualmente, Braulio utiliza pantalones de mezclilla deslavados, sudaderas y tenis. Además tiene el cabello largo.
A pesar de que la secundaria a la que acude se encuentra muy cerca de una estación de policía, el estudiante considera que es fácil adquirir droga en la colonia.
“Es como si no estuvieran porque he visto que en la zona fuman durante el día”, puntualiza.
Para Braulio quienes consumen tienen una personalidad que los distingue. Según él, son “skates, chakas y swaggers”.
– Expulsaron a uno por vender droga
Daniela y Eunice, ambas de 12 años de edad, cursan el primer año de secundaria. Cuentan que algunos de sus compañeros fueron expulsados porque los vieron fumar mariguana.
Los expulsados fueron dos chicos de tercer año que consumían la droga en el baño y otras dos chicas, del mismo grado, que también fumaban, pero en un pasillo de la escuela a la que asisten.
“Del último caso me enteré porque se lo dijeron a mi mamá en una junta de padres”, agrega Daniela.
Además, Daniela reconoce que tenía un amigo de 14 años que vendía mariguana en la escuela.
Las autoridades del plantel se dieron cuenta y por ello fue expulsado, hace menos de un mes.
“Una chica lo vio y le avisó a la directora”, recuerda.
“Yo me llevaba bien con él, pero luego de unos días dejó de ir a la escuela, así que le pregunté y me dijo que una compañera lo vio guardando la mariguana y le dijo a la directora; por eso lo dieron de baja de la secundaria”, narra.
Daniela desconoce a quién le compraba la droga su amigo; dice que “no la vendía muy cara”.
“Me dijeron que ofrecía bolsas chiquitas -de unos cinco centímetros, llenas hasta la mitad- y cada una costaba 10 pesos”, dice. Después de que expulsaron al amigo de Daniela, otros siguieron con la venta, pues no era el único.
“Una amiga conoce a unos tipos que venden, pero no son de la escuela. Uno de ellos es un ex alumno que venía a la salida a ofrecer mariguana”, asegura.
Eunice reconoce que le han ofrecido droga, pero no la ha aceptado. Su decisión, agrega, se reafirmó a raíz de que en su escuela le brindaron pláticas -durante dos meses- sobre los daños que causan las drogas al cuerpo.
– Consumen cocaína en el baño
Sara y Paty tienen algo en común: aunque cursan el primer año de secundaria (tienen 13 años de edad) acostumbran juntarse con compañeros de tercer grado que consumen drogas.
Sara conoce a algunos compañeros que fuman mariguana y fueron expulsados de la escuela, pero no por su hábito de consumo, sino por sacar malas calificaciones.
También cuenta hay una chica de tercer año que vende cocaína dentro de la secundaria.
“Una vez me dijo un amigo que fuéramos con la chica porque le daba ‘coca’. Mi amigo me invitó, pero le dije que yo no le hacía a eso y me dijo que estaba bien.
“Él fue con ella y le preguntó ¿me vas a dar otro?, ella le respondió: Sí, en 250”, narra Sara en alusión al costo de la dosis de cocaína vendida a su compañero.
Afirma que aun cuando los amigos de la escuela le aseguran que consumen mariguana sólo por diversión, ella los ve, de alguna manera, “enojados con la vida”.
Sara ha recibido orientación sobre el consumo de drogas, alcohol e incluso sobre sexualidad y autoestima. Sin embargo, la jovencita reconoce que en materia de consumo de enervantes le han quedado muchas dudas.
“No nos informaron bien, yo me quedé con muchas dudas y ahora ya no nos dan nada”, comenta.
Paty se enteró de que sus amigos usaban drogas porque le narran sus preferencias e incluso le indican los lugares donde la compran.
“Una chica de tercero me dijo quién le da cocaína y que la consumen en el baño”, comenta.
Para ella, sus compañeros consumen drogas “porque tienen problemas y es la manera en la que escapan de ellos; me dicen que sólo así se sienten bien”.
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