México, D.F.-
Nerviosos, “como niños chiquitos”, sin información precisa de quiénes debían hacer la Evaluación Universal, llegaron muy temprano profesores de primarias públicas y privadas a la secundaria Josefa Ortiz de Domínguez, en la colonia Del Valle.
Se preveía que más de 259 mil maestros se presentarían a la Evaluación Universal, que por primera vez se aplica en México y que fue acordada entre la Secretaría de Educación Pública (SEP) y el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) en mayo de 2011. Sin embargo,
el primer reporte de la dependencia estableció que entre 70% y 80% de los convocados acudieron.
Al llegar a la sede, maestras de la primaria República de Túnez, que hace dos semanas presentaron la evaluación de Carrera Magisterial, informaron que a las 8:30 de la mañana el supervisor de zona les comunicó que debían presentarse nuevamente a la prueba; nerviosas, preguntaban a los coordinadores si era cierto. Varias llamadas después, media hora más tarde, les dijeron que debían retirarse e improvisaron un oficio para testificar los hechos.
El maestro Arturo Reyes, de una escuela pública de Gustavo A. Madero, esperaba por la misma situación, y mientras lo hacía relató que en este año será “más difícil” que ascienda del nivel “C” de Carrera Magisterial que actualmente tiene, “porque ahora todo está centrado en el resultado de los niños y no en lo que personalmente hagamos, pero nuestros alumnos tienen muchas limitaciones, hay quienes llegan sin alimentos, no les ponen atención en sus casas, nadie está pendiente de su salud y esas variables no dependen de nosotros”.
En una de las bancas ubicadas frente a la dirección del plantel esperaba la maestra de música y actuación Sasha Moreno Baquero, del Instituto Inesiano. “Yo vengo porque la SEP me mandó llamar, y yo, que hace unas semanas criticaba a los de la CNTE de Oaxaca, dije: ‘Yo no voy a hacer lo que ellos’, así es que aquí estoy, aunque aquí —señalaba el tríptico que portaba en la mano izquierda— dice que me tengo que presentar hasta 2014”.
La profesora se quejó de la desinformación que prevalece en este proceso: desde hace tres semanas que le llegó el oficio AFSEDF/DGPPEE/DFE/400/2012, marcó los teléfonos que ahí se señalaban, en los que presuntamente le darían información. Asistió a una de las oficinas de la SEP, buscó en la página web y no tuvo respuesta. Ahí, frente a la dirección, espera que alguien le diga si deberá o no realizar el examen. Una hora después la maestra se va, a esperar que llegue el 2014.
En el plantel, los coordinadores dicen que hay una afluencia de 99% de los convocados. Los maestros que se presentaron sin registro a la evaluación debieron esperar unos minutos a que se verificara cuántos cuadernillos extraordinarios había para poder presentarla.
Grisel de León González relató que estaba nerviosa “como niño chiquito. No sabes qué te van a preguntar, y entregada a ver qué pasa, qué puede venir”. Da clases en la escuela privada Woodland School.
Aseguró que “el chisme en las escuelas privadas es que el examen no está diseñado para detectar a los buenos maestros. Pero, pues venimos a ver cómo nos va… En nuestra escuela nos evalúan padres de familia, estudiantes y directivos”.
Dos horas y media más tarde dijo que el examen fue “normal, no fácil”, de conocimiento, de actitudes hacia los alumnos y cómo reaccionar ante ciertas situaciones.
Miss Gisel se quejó de que en las escuelas privadas los profesores de primaria imparten educación física o artística. Lo mismo consideró Ana Laura Bolaños, del Instituto Inesiano, a quien sólo le llevó una hora y media resolver la prueba y ser la primera en salir.
La maestra animó a los profesores de secundaria que el próximo año se presentarán a la prueba: “Que no se preocupen, que no vienen preguntas que no sepan. Son preguntas que debemos saber, lo hacemos continuamente y nadie va a ver el resultado. Es para ti, es personal, para saber en qué andas bien y en qué andas mal”.
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