México, D.F. / Octubre 5.-
Investigadores de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) estudiaron una serie de proteínas que tienen gran capacidad de asociarse con el agua, llamadas hidrofilinas, las cuales se podrían utilizar para la adaptación natural de las plantas de frijol a fin de que sobrevivan a las sequías.
Alejandra Covarrubias Robes, investigadora del Instituto de Biotecnología (IBt) de la UNAM, centró sus estudios en las moléculas que modifican su estructura y protegen a algunas enzimas de la deshidratación.
“Las hidrofilinas tienen capacidad para asociarse al agua, superior al promedio de las proteínas de una célula; por esa característica y su riqueza en aminoácidos pequeños, particularmente glicina, no adoptan una estructura tridimensional estable, lo que permite modificar su estructura de acuerdo a la cantidad del líquido disponible en su microambiente”, detalló la investigadora.
Este sistema ayuda a que se mantenga la estructura funcional bajo condiciones de poco agua, que pueden inducir a los cambios conformacionales en proteínas que afectan su actividad en diferentes grados.
De acuerdo a Covarrubias, el 60 por ciento de la producción mundial de frijol se obtiene bajo condiciones de déficit hídrico, lo que ha llevado a considerar a la sequía como el segundo factor más limitante para su rendimiento, después de las enfermedades.
En América Latina, 73 por ciento de la producción se genera en micro-regiones con déficit hídrico, desde moderado hasta severo, a lo largo del período de cultivo. Sólo un siete por ciento de la extensión de siembra en esta región del continente posee condiciones adecuadas de irrigación.
En México, el 84 por ciento del frijol se obtiene en condiciones de temporal, y el principal ciclo agrícola de esta planta es el de primavera-verano, en el que se cosecha el 81 por ciento de la producción.
Otro enfoque ha sido el análisis funcional in vivo, con el empleo de mutantes en los genes que codifican alguna de las familias génicas para estas proteínas en Arabidopsis.
Este conocimiento ha proporcionado pautas para probar el uso de algunos de estos genes como marcadores moleculares, que pudieran auxiliar a los agrónomos en la selección de plantas más tolerantes a la sequía.
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