Ciudad Juárez, Chi.-
“Esperamos una señal para cruzar a Estados Unidos. Sólo Dios puede abrirnos las puertas”, es el testimonio de un ecuatoriano que —junto con su esposa y sus dos hijas, de dos y seis años de edad— esperan para cruzar a territorio estadounidense antes de que Donald Trump rinda protesta como nuevo presidente de la Unión Americana.
A 300 metros del muro fronterizo con Estados Unidos, en la llamada puerta 36 para el cruce de Ciudad Juárez, Chihuahua, y El Paso, Texas, la familia ecuatoriana, que emigró por la violencia y la falta de empleos en su país, relata que espera su oportunidad para cruzar una parte del río Bravo y la gran puerta de hierro, de más de 9 metros de altura, con el objetivo de pedir asilo político y así lograr el sueño americano.
En entrevista con EL UNIVERSAL, el padre de familia cuenta que hay una preocupación constante, ya que desde que se conocieron los resultados de la elección presidencial de Estados Unidos vieron lejana la posibilidad de cruzar el muro por la “dura política antiinmigrante” que implementará Donald Trump, la cual —mencionan— es totalmente racista.
“No podemos dar ninguna información, pues tenemos que cuidar a nuestros hijos y nuestro estado [de seguridad]. Obviamente las cosas no están como pensamos, es totalmente diferente”, menciona al conceder una entrevista a El Gran Diario de México. Oculta su rostro y algunos de sus tatuajes, mientras trata de jugar con sus hijas para tenerlas distraídas ante la incertidumbre que padecen.
La puerta 36 de la frontera de México con Estados Unidos se ha convertido en la zona donde mayor cantidad de migrantes han querido cruzar el muro, por lo que la Guardia Nacional resguarda el lugar a distancia. Pese a los alambres de púas, los migrantes cruzan principalmente en la noche.
Por el día, y bajo las bajas temperaturas de la entidad, mantienen el calor con una fogata hecha con ramas que apenas y les calienta las manos y el rostro, y con algunas cobijas que les regalan organizaciones de apoyo migrante.
Recientemente, el 18 de diciembre, en el Día Internacional del Migrante, se registró un conflicto en la zona de la Puerta 36 por un rumor que aseguraba que los migrantes podrían ingresar a Estados Unidos; sin embargo, ante la gran cantidad de personas, la Guardia Nacional los dispersó con balas de goma.
“La cosa está jodida aquí. Nosotros venimos de Ecuador. Llegamos a Guatemala y llegamos a Ciudad Juárez en [el tren de] La Bestia. Nos tardamos seis meses. Llega la desesperación de que no sabemos qué hacer ya, pero queramos o no tenemos que arriesgarnos a cruzar antes de que llegue Donald Trump, que es totalmente racista”.
Agregó: “Nos hemos encontrado buenas personas y malas, pero son más las malas que te toca toparse en el camino, pero el [Instituto Nacional de] Migración nos ayudó en avanzar hacia el norte, pues tuvimos acompañamiento en la caravana con la que nos venimos”.
“¿Ahora esperan un tema de suerte para poder cruzar a Estados Unidos?”, se les preguntó.
“Esperamos una señal para cruzar a Estados Unidos. Sólo Dios puede abrirnos las puertas porque esta difícil. Esperamos a los guardias o la policía de Estados Unidos para que se vayan, [hay que] esperar el momento para cruzar para que la migra no nos pueda regresar ante todo el esfuerzo que hemos puesto, y más con los niños, con todo el riesgo que hemos pasado”.
Cabe mencionar que los migrantes que cruzaban el río Bravo ya en el lado estadounidense solicitan a la Guardia Nacional de Texas que los dejen pasar para pedir asilo político a la Patrulla Fronteriza.
Muchos logran ese proceso y otros quedan bajo el Título 8 de la normativa para regular la migración en Estados Unidos, con el cual pueden ser deportados a su país.
Seis meses para llegar a la frontera
Michell, ecuatoriana de 25 años de edad, señala que su objetivo es cruzar a Estados Unidos junto con sus hijos de uno y tres años de edad, ya que busca el sueño americano, es decir “tener un empleo y bienestar”, ya que no quiere volver a su país, puesto que si lo hace podría morir a manos de la delincuencia organizada que azota a Ecuador.
Relata que el proceso para llegar a Ciudad Juárez ha sido complicado, ya que tardó cerca de seis meses, y en el que ha pasado violencia: presuntamente, agentes del Instituto Nacional de Migración la golpearon y le robaron su dinero pese a estar con sus hijos.
“Vengo desde Ecuador sola con mis dos niños. Ha sido muy duro, he visto muertos, peligro en las fronteras, es muy difícil para entrar a diversos países (…) Y en México la policía de Migración me pegó muy feo, me regresaron tres veces, quisieron pegarle a mi niña y yo no los dejé, y me pegaron peor, me quitaron todo mi dinero”.