México, D.F. / Junio 14.-
Tienen seis, ocho, nueve, once o doce años y ya son capaces de sacar las piezas de un robot que viene en cajita, armarlo, programarlo a través de un programa de computo para darle vida y cumplir con ciertas misiones.
A través de su computadora logran que sus robots caminen, carguen cajas de un lado a otro, levanten los brazos o recorran distancias dentro de las maquetas de prueba.
Las canchas de básquetbol del Tecnológico de Monterrey sirvieron de escenario para que más de 300 niños de seis a trece años pusieran en práctica sus conocimientos en robótica. Por varias horas los niños clavaron los dos ojos en el monitor de sus computadoras para programar a sus robots. Se acordonó la zona para dejarlos trabajar a gusto, en las maquetas de trabajo sólo estuvieron los niños, un asesor y sus robots; alrededor de ellos, sus papás les tomaban fotografías sin dar crédito, pues sus hijos juegan a crear.
Las playeras de los niños dicen una leyenda que deja claro todo: “Yo hago robots” y sí lo demuestran. Por muy pequeños que se vean son capaces de darle forma a un montón de piezas de plástico que en un principio parecían sólo un rompecabezas, para después darles vida electrónica.
Todos llevan por lo menos un año estudiando robótica en diferentes escuelas de la ciudad de México o en las instalaciones de Robotix, la empresa que organiza este concurso. La tarde del sábado fue la prueba de fuego, en unas cuantas horas, armaron y programaron por equipos de tres a cinco niños cada uno, su propio robot.
Para la mayoría significó la primera vez que demostraron contra reloj lo aprendido en las aulas. Hasta ahora todos eligieron estudiar robótica por cuenta propia, no es una materia obligatoria, sólo la toman quienes lo desean. Una gran parte de los niños están inscritos en escuelas privadas que ofrecen una clase opcional de robótica, otros estudian directamente en un centro de Robotix, donde en doce niveles les enseñan cómo hacer robots. Cada módulo dura seis meses.
Hubo cuatro primeros lugares, pues a pesar de que todos los niños se sometieron a las mismas pruebas, los premios se otorgaron por categorías: nivel uno, para los más pequeños; dos y tres, para los menores de 12 años, y cuatro, para los de sexto grado de primaria.
Luis Daniel Rivera es uno de los ganadores, junto con su equipo obtuvo el primer lugar en su categoría. Tiene once años y dice estar interesado en la robótica “desde que era chiquito”. A su mamá, María Ortiz, le consta, cuenta que Daniel a sus tres años ya desarmaba la plancha, el control de la televisión y el teléfono celular.
“Siempre ha sido un niño inquieto. A mi me llamaba la atención que desde los tres años jugara a desarmar cosas, han pasado ocho años desde entonces y ahora, los Reyes Magos le traen robots a Daniel para que los arme”, dice su mamá.
Daniel se la pasa programando desde su computadora nuevas funciones a su robot. Dice que le costó mucho trabajo armarlo, pero a simple vista parece que el tema le fascina. Con una seguridad inmejorable dice que estudiará mecatrónica y hasta sabe donde, lo hará en el Tecnológico de Monterrey.
Lleva dos años estudiando robótica en Robotix. Cursa el nivel seis de un total de doce. El Robotix Challenge 2009 es uno de sus primeros retos cumplidos. Y a él le emociona, pues hasta les canta a sus compañeros “we are the champions”.
Los seis integrantes del equipo fueron premiados con un robot que ellos mismos tienen que armar y programar si es que quieren jugar con él. Daniel ya sabe el trabajo que les costará a sus compañeros armar el juguetito, pues ese mismo robot fue el que le obsequiaron “Los Reyes Magos”.
Los ganadores del segundo y tercer lugar del nivel dos, o sea de entre nueve y diez años, son compañeros del mismo taller en el Colegio Aberdeen. Adrián, Samuel, María Esther, Mauricio, Daniela y Persival comparten clases de robótica todos los miércoles en su escuela.
Dicen estar contentos con el resultado, Daniela, quien quiere ser actriz, dice que los nervios les ganaban de repente, “pensamos que no lo lograríamos”. Sin embargo, muchos de los concursantes aseguran que no quieren estudiar mecatrónica.
Adrián, de 10 años, quiere ser arquitecto; Samuel, de nueve, golfista; María Esther, de 10, dice que será jugadora de básquetbol profesional; Mauricio desea ser cantante y Persival, arqueólogo. Eso sí, todos quieren que la robótica los acompañe como hobbie toda la vida.
A Robotix están afiliadas 15 escuelas, más de 2 mil alumnos aprenden robótica de la mano de sus asesores. Cada año, en el mes de junio, realizan un concurso de robótica para niños de diversas edades.
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