México, D.F. / Nov. 11
En su intento por conseguir 3 millones de dólares como rescate por Fernando Martí Haik, sus secuestradores nunca lograron que su padre, el empresario Alejandro Martí, asumiera personalmente las negociaciones.
El joven fue secuestrado el 4 de junio cuando iba a la escuela, acompañado por su chofer Jorge Palma y su escolta Cristhian Salmones. Los plagiarios de la banda La Flor asesinaron a los dos primeros, y el tercero sobrevivió.
Alejandro Martí nunca tomó el teléfono, aunque el secuestrador insistía en hablar con él directamente, siempre amenazante y violento.
EL UNIVERSAL tuvo acceso a las llamadas. Estos son fragmentos.
“Dile a Alejandro que debería tener pantalones y contestarme el cabrón. Tiene muchos huevos y le están faltando para rescatarle la vida a su hijo, estúpido, cobarde”, decían amenazantes al negociador de la familia.
“Se van a morir todos, todos. Alejandro, sé que estás escuchando, dice tu hijo que te manda saludos. Qué lástima que tenga que pasar todo esto, que te duela más deshacerte de tus tiendas que de tu hijo. Qué poca madre, cabrón. Está bien, si matamos al chamaco, va a ser personal. Vamos a empezar a poner bombas en todas tus tiendas y con gente adentro y vas a ver si alguien se vuelve a parar en tu camino. Ya no vamos a molestar con tus miserias. Te lo vamos a matar”.
Y colgaba encolerizado. Martí no cedía. El negociador ofreció un rescate en pesos, en un estira y afloja que enfurecía al plagiario. “Quédate con tu millón… Ese dinero los vas a usar para enterrar al primero. ¿Quién quieres que se muera primero, el viejo o el chamaco?”.
“Primero voy a matar al más joven, ¿estamos?, para que sepas que fui yo le voy a meter una flor en la boca”.
Los miembros de la banda de La Flor fueron consignados la semana pasada a diversos reclusorios tras varios meses de arraigo, pero por otros plagios y no por el caso Martí.
Estos son fragmentos de las conversaciones, revelan su actitud violenta.
“Quédate con tu dinero, te vas a dar cuenta que yo no juego. Ustedes están para 5 millones de dólares (lo que pedían primero y luego 3 millones). Te vas a dar cuenta que no es un juego, en la noche te voy a marcar, y por tu bien más te vale que recojas al pinche chamaco, porque lo voy a matar ahorita”.
Las llamadas eran atendidas por un familiar de Fernando. “Posteriormente te voy a marcar mañana y si mañana no tienes el dinero, te mato al otro y cuando te mate al otro y no me entregues los 3 millones (de dólares), te cuelgo al pinche chamaco del cuello. Te estoy diciendo que lo voy a matar y lo voy a matar, ya no hay vuelta de hoja”.
A veces querían frenarlo. El negociador familiar decía: “Déjame seguir trabajando, permíteme el lunes conseguir dinero, estamos trabajando. Por favor, por favor, déjame trabajar. El lunes te tengo 3 millones 870 mil y posiblemente más, pero el lunes”.
El secuestrador decía: “Quédate con tu dinero mugroso, te marco en la noche para que recibas el brazo. Le voy a cortar el brazo y te lo voy a dejar para que lo recojan personalmente. No tus amigos, tú, no tus compañeros”. En sus llamadas, el secuestrador dejaba ver que sabía los movimientos de la casa.
“¿Cómo se llama tu perro, el negro, el labrador?”, cuestionaba.
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