Monterrey, N.L.-
En México, no hay recursos suficientes del gobierno para hacerse cargo de la problemática de sobrepoblación, mucho menos se dan abasto ante el creciente número de animales abandonados en las calles.
Con frecuencia, estos animales pueden encontrar a alguien que se apiada de ellos, dándoles una oportunidad de empezar una nueva vida llena de amor y cuidados, sin embargo, la mayoría no corre la misma suerte. La vida les hace una mala jugada y pone fin a sus vidas de dos maneras igual de crueles.
Primero cayendo en perreras o antirrábicas, segundo muriendo en las calles ya sea por cambios climáticos, hambre o accidentes viales.
La gente no sabe pero en las antirrábicas mueren, cerca de 2 mil animales electrocutados. Estos sitios les dan a estos animales un periodo de un mes para ser rescatados antes de poner fin a sus vidas, mientras tanto, pasan los días compartiendo entre 2 o 3 animales una jaula individual, o bien no los alimentan en todo el día y no tienen los cuidados necesarios, cosa que, minimiza sus posibilidades de sobrevivir.
Ahora bien, algo peor que la antirrábica, es vivir en la calle, expuestos a todos los peligros que conlleva vivir así. La historia nos revela el egoísmo, la poca conciencia y el poco corazón que algunas personas pueden tener hacia los animales que no hacen más que darnos su amor y su entera fidelidad.
Este es el caso de una perrita viejo pastor inglés que la vida mandó a la voluntaria Zenaida, quien deicidó ponerle fin a su sufrimiento.
La voluntaria cuenta como todo comenzó el día de ayer, alrededor de las 18:00 horas cuando regresaba del cine con su familia.
“Vi a una perrita tirada cerca de una banqueta en una avenida muy transitada, en ese momento le grité a mi esposo que se detuviera, que teníamos que ayudarla y fue entonces que le pedí que marcará a la fundación para que alguien viniera a checarla, relató.
“Se me fue la cuenta de la infinidad de carros que me pasaron rozando cuando podían transitar mas despegados de mi, o sea que si no hubiera estado ahí parada, le hubieran pasado una y otra vez por encima a la pobre perrita, lo que más me sorprendió es que había muchísima gente por ahí, incluso sentados en la esquina y estaban totalmente indiferentes a su sufrimiento. Le pregunté a una pareja de novios que estaba ahí si la habían atropellado y me dijeron con cara de fastidió: no sé”, explica.
Cuenta que al cabo de unos minutos, un experto de la fundación llegó y checó a la perrita. El diagnóstico no fue bueno, ya que la perrita era avanzada de edad, no tenía dientes, tenia tumores por todo el cuello y por las heridas, se podía decir que había sido atropellada anteriormente.
La experta de la fundación le administró la eutanasia para que la perrita no sufriera más. “Se fue tranquila mirándonos con agradecimiento. Quiero pensar que por su edad se salió de casa y no supo regresar, no quiero pensar que la tiraron por su evidente mal estado. Sea como sea, ella descansa en paz”, expresó con tristeza la voluntaria.
Cuenta que mientras ayudaban a la perrita, la gente sólo pasaba haciendo cara de asco.
En realidad es triste la total falta de compasión por un ser vivo y este es sólo un caso de muchos que nos llegan día con día, haciéndo pensar que a este país no solo carece de educación sino de corazón, dijo.
Por ello dijo que existe una ironía que primero fue necesario civilizar al hombre en su relación con el hombre.
Ahora, es necesario civilizar al hombre en su relación con los animales, como dijera Víctor Hugo, el poeta francés.
Por ello hay que hacer conciencia y tratar de hacer este mundo un mejor lugar para todos y para aquellos que brindan compañía, sería un mundo sin dolor y sin injusticias, sin llegar a ser del montón, dijo.
Redactó Berenice Anaya, alumna de Comunicación del ITESM .-
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