México, D.F. / Nov. 20
La confrontación interna –con posiciones irreconciliables entre sus tribus tras ocho meses de disputa por la dirigencia nacional- ha provocado que el Partido de la Revolución Democrática (PRD) pierda 42% de los electores que votaron por el perredismo en las elecciones presidenciales de 2006.
Además, tras el conflicto interno la dirigencia nacional del PRD analiza información que advierte que en las elecciones para diputados federales perdería –sin una alianza con PT y Convergencia- hasta 19 puntos porcentuales con respecto a 2006.
Estimaciones en poder de las Secretarías de Formación Política y de Elecciones del PRD hacen notar que el sol azteca, con Andrés Manuel López Obrador, como su candidato en 2006 ha perdido 42% de los electores y que el ex candidato presidencial tiene un rechazo de hasta 50%.
En la elección de diputados federales en 2006 la Coalición por el Bien de Todos obtuvo 30% del total de votos, de los cuales 12% fueron para PT y Convergencia, y 18% para el PRD, y hoy además del rechazo de estos dos partidos a ir a una alianza en 2009 tiene una baja adicional de entre 5 y 7% lo que lo ubicaría con apenas 12% de otos.
Jesús Ortega, presidente nacional electo del PRD, reconoce que durante los últimos ocho meses, tras la elección interna del 16 de marzo, se generaron odios y actitudes “fundamentalistas”. Acepta que nadie gana con esta confrontación.
Ricardo Ruiz, el hombre más cercano a Alejandro Encinas, resume:
“El perdedor es el PRD y la izquierda en su conjunto, más que una fracción o una corriente es el partido. La imagen del perredismo se ha deteriorado y el desenlace de la elección interna refleja eso, la división”.
Mientras se mantiene la caída electoral del perredismo, la pugna interna se fortalece. Con Cuauhtémoc Cárdenas al margen, hoy la correlación de fuerzas al interior del partido del sol azteca es la siguiente:
Al frente Nueva Izquierda (expresión conocida como “Los Chuchos” comandada por el próximo presidente nacional Jesús Ortega) y Alternativa Democrática Nacional (de Héctor Bautista) con 75% del control de la estructura, órganos de dirección y bancadas en el Congreso de la Unión.
Las corrientes que integran Izquierda Unida (fiel a López Obrador y Alejandro Encinas) determinaron crear un movimiento dentro del partido en busca de “rescatarlo” y orientarlo hacia la lucha que le dio origen.
Pero el bloque conformado por Movimiento entre Ciudadanos (de Marcelo Ebrard), Izquierda Social (de Martí Batres), Movimiento Cívico, Unidad y Renovación, Red de Izquierda Revolucionaria, Movimiento de Bases Insurgentes (Movi), en conjunto suman menos de 35%.
Las corrientes que se han desmarcado de estos dos polos son de “El Movimiento” (de Javier González Garza y Pablo Gómez) y un sector de Red de Izquierda Revolucionaria (de Camilo Valenzuela), y más recientemente Foro Nuevo Sol, de Amalia García.
Esta última, tras la dimisión de Alejandro Encinas a tomar la Secretaría General que por estatutos le corresponde pues obtuvo el mayor número de votos en la elección interna, se apresta para ocupar la cartera en la persona de Hortensia Aragón.
En San Lázaro, según estimaciones de cuadros perredistas, indican que unos 50 diputados federales pertenecen al bloque Nueva Izquierda-ADN, 13 del Movimiento, 10 a Foro Nuevo Sol, ocho a los Cívicos y ocho a la IDN. En el Senado 10 escaños son de Nueva Izquierda, cinco del Foro Nuevo Sol, dos de la ADN y 10 cercanos a López Obrador.
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