Morelia, Mich./30 Sept.
Los príncipes de Asturias, Felipe de Borbón y Letizia Ortiz, comenzaron una visita oficial a México con un hecho cargado de simbolismos, viajar a la ciudad de Morelia, tierra de Felipe Calderón, precisamente a dos semanas del atentado con granadas ocurrido la noche de las fiestas patrias.
Ya no es sólo la búsqueda de una relación estratégica, el comercio o los lazos culturales e históricos lo que han unido a España y México, ahora son también los actos delictivos en contra de inocentes, para unos “actos criminales”, mientras que para otros “terrorismo”.
Ese fue el tema que predominó esta visita. Desde el mensaje de Calderón en la ceremonia oficial de recepción donde aseguró que ambas naciones están unidas “en la construcción de un mundo libre de flagelos como el crimen organizado o el terrorismo” hasta el recorrido por Cuitzeo, donde el mandatario mexicano se comprometió a llevar ante la justicia a todos los responsables de los hechos de la noche del 15 de septiembre.
“Hace unos días también, autoridades federales lograron la captura de tres presuntos autores materiales de estos actos criminales. Lo he dicho y lo reitero: no descansaremos ni escatimaremos ningún recurso hasta llevar a la justicia a todos los responsables de esa atrocidad”, dijo Calderón en su mensaje del almuerzo en Cuitzeo.
“Con unidad y con entereza, los mexicanos haremos saber a estos criminales que sin importar cuáles sean sus mezquinos intereses, están condenados al fracaso”,advirtió de nueva cuenta.
La palabra terrorismo predominó. Fue esa palabra la que llevó al despliegue de cientos de policías y militares para esta visita oficial, pero sólo vigilada de cerca por el Ejército y federales; los policías municipales y estatales, estuvieron a distancia y sólo a disposición por si sus servicios eran requeridos.
Felipe de Borbón y Letizia Ortiz llegaron a México en “días difíciles”, como calificó el gobernador Leonel Godoy, pero fue una visita que agradeció el presidente Calderón, pues se convirtió, además de un signo de confianza, en una señal de respaldo internacional en la lucha que el gobierno mexicano libra contra el narcotráfico y la delincuencia organizada, lucha que, según el príncipe, ganará México.
Ya fuera sobre la avenida del Acueducto, en el mismo deportivo “Venustiano Carranza” donde bajaron los cinco helicópteros, en la fuente de Las Tarascas o en el parque Cuauhtémoc, los militares armados con rifles de asalto, no ocultaba su presencia, como en cada bocacalle de la ruta donde aparecían protegidos con chalecos blindados.
Con mayor discreción fueron colocados los vehículos Humvee artillados y los servicios de emergencia en la calle Benito Juárez, que desemboca casi frente a la catedral, la cual fue cerrada para el público en general.
Apenas unos segundos quedó a la vista de los invitados la plaza de la tragedia donde siguen decenas de veladoras y flores en recuerdo de los fallecidos. Fue una mirada fugaz al sitio donde se cometió el “brutal y cruel atentado terrorista”, como lo llamó el príncipe Felipe, sin tapujos.
Calderón, quien hizo referencia a esos hechos, aprovechó para advertir que todos los responsables de esos actos serán llevados a la justicia.
Fue una agenda amplia, veloz, que los llevó a oír a los Niños Cantores de Morelia, a charlar con los otros Niños de Morelia –los que llegaron en los tiempos de la Guerra Civil Española- a visitar una exposición de pintura novohispana y a una comida en el ex convento de Santa María Magdalena, en Cuitzeo, todo bajo los estrictos ojos vigilantes del Ejército que tomó calles, plazas y azoteas, para esta visita que, dijo Calderón, quedará en la memoria de los michoacanos.
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