México, D.F. / Nov. 14
La sentencia judicial que otorga a Jesús Ortega la presidencia nacional del PRD prácticamente desmoronó al partido y colocó al perredismo al borde de la fractura total.
Contraria a la euforia que se vive en la corriente de Nueva Izquierda, que encabeza Ortega, el ahora aspirante perdedor a la dirigencia nacional del sol azteca, Alejandro Encinas, amagó con renunciar al partido.
En el mismo tenor, senadores del PRD afines a Andrés Manuel López Obrador –encabezados por Ricardo Monreal– analizan renunciar a la bancada del sol azteca para conformar una nueva fracción parlamentaria en la cámara alta junto con legisladores del PT y Convergencia.
El grupo de ruptura considera a José Luis García Zalvidea; Alfonso Sánchez Anaya, Rosalinda López, Ricardo Monreal, y Salomón Jara, para conformar un grupo parlamentario y se espera que decida sumarse Yeidckol Polevnsky.
En medio del ambiente de encono entre corrientes perredistas, López Obrador acusó al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación de “estar controlado por el hampa de la política”, al validar el triunfo de Jesús Ortega.
Éste, recibió el respaldo de los gobernadores de Michoacán y Baja California Sur, pero corrientes significativas del perredismo –como Izquierda Democrática Nacional– y las dirigencias estatales capitalina y michoacana anunciaron que desconocerán la próxima dirigencia nacional.
Esta noche se esperaba que la Comisión Técnica Electoral entregara a representantes de Jesús Ortega las constancias de validez de la elección y de mayoría, pero será este viernes cuando suceda, para el próximo 29 de noviembre rendir protesta ante el pleno del Consejo Nacional del PRD.
Encinas aún esperaba una respuesta de Ortega en el sentido de declinar a la presidencia y construir un “pacto de gobernabilidad” o de lo contrario “se harían las valoraciones correspondientes” para mantenerse dentro del partido, dijo Ricardo Ruiz, el hombre más cercano a Encinas.
Entre los escenarios que se esbozan en el partido son: que Ortega y Encinas asuman la presidencia y la dirigencia nacional; que Ortega asuma y decline Encinas, pero que en su lugar ocupe la secretaría general del partido uno de sus cuadros más cercanos como Ricardo Ruiz, o que ninguno de los dos acepte.
Mientras, Ortega inició acercamientos con todas las corrientes del partido en busca de reconstruir la unidad, pero Convergencia y PT formalizaron, al llamarse “lopezobradoristas”, el rompimiento del FAP, y anunciaron una alianza “total” para el 2009 que no contemplaría al perredismo.
El coordinador del FAP, Porfirio Muñoz Ledo, anunció que este acuerdo es histórico “en el sentido de la lucha emprendida por López Obrador que tomará como siempre las decisiones del caso en respuesta a la gran confianza que el pueblo de México le tiene”.
“Voy a decir por ahora una sola cosa: ese tribunal electoral está controlado por la mafia de la política. Eso es lo único que voy a decir, o ¿tengo que decir más? con eso es suficiente”, puntualizó López Obrador, al inicio de una gira por estados panistas del Bajío.
En contraste, la diputada Ruth Zavaleta sugirió que Encinas, sea demócrata y admita el fallo del Tribunal Electoral.
El líder de los senadores del PRD, Carlos Navarrete, llamó a Encinas, Ortega y López Obrador a dialogar para alcanzar acuerdos para ir unidos en la elección de 2009.
Dijo que Ortega y Encinas tienen ahora la responsabilidad de garantizar que el PRD vaya con todas sus expresiones en unidad a la elección de 2009.
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