México, D.F. / Nov. 8
Una enfermera y una gerente que pidieron anonimato relataron las condiciones en las que trabajaron para Neoskin y lo que nunca supieron las clientas.
“Tal vez lo peor que hicimos como empleadas de Neoskin —relatan— fue reciclar los materiales de trabajo. En el último año los suministros nos iban llegando contados y debíamos hacer maravillas con ellos. Eso incluía reutilizar el gel de aloe que se les aplicaba para los tratamientos: después de que una clienta acababa, se recogía y se regresaba al envase. También las tangas”.
Y detallan: “La ropa interior para las mujeres que se depilaban la zona de bikini era al principio desechable. Se reciclaron porque dejaron de mandarlos. Eso tiene un riesgo ginecológico, cualquier mujer lo sabe.
“En nuestra sucursal teníamos 15 mil clientes. Al principio tardábamos 45 minutos en atender a una persona, al final tardábamos 15, y no nos dimos abasto.
Refieren que las máquinas que utilizaron eran dos, la Gentlelase y la Gentleyag. La primera para piel clara, la segunda para piel morena. “Para usar ambas máquinas a la vez, empezamos a usar la Gentleyag en personas blancas pudiendo lastimarlas. Lo mismo con la potencia”. Había gente que por llevar avanzado el tratamiento debía ser atendida con una potencia mayor —especifican las ex empleadas— para hacerlo más rápido se le aplicaba menos potencia, y en realidad ya no tenía resultados.
“Los disparos en la piel eran más espaciados. De eso muchas clientas se dieron cuenta.
“Las máquinas se descomponían a menudo. Trabajaban todo el día, todo el tiempo”.
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