México, D.F. / Julio 12.-
Josué, de 28 años, trae su nombre tatuado en la frente, para ser identificado en caso de que sea asesinado. Así es como lo acostumbran jóvenes que integran bandas, mejor conocidas como maras, en Honduras.
Desde hace 14 años, dejó la comunidad de San Pedro Sula, en aquel país centroamericano, y se quedó a vivir en el Distrito Federal. Su decisión de salir de la nación que actualmente atraviesa por un golpe de Estado, fue en 1997, a los 14 años, por cometer el homicidio de otro adolescente.
“Me vine porque allá maté a un güey. Me quedé aquí porque me gustó el ambiente. Conocí a varios chavos y a pandilleros”.
Sin ningún titubeo, Josué dice que en su país integraba la banda de Los Vatos Locos, con quienes robaba, mataba e incluso llegó a abusar sexualmente de algunas jóvenes que los traicionaban con integrantes de otras maras.
Su vida en la calle y en medio de la delincuencia, inició a los 10 años, junto con sus dos hermanos.
Uno de ellos decidió integrarse a las filas de la célebre Mara Salvatrucha, y el otro, junto con Josué, presidió a Los Vatos Locos; hasta que lo mataron. En la plaza de la Soledad, en La Merced, este joven es conocido como El Cholo, y en Nezahualcóyotl, donde también le gusta andar lo conocen con el sobre nombre de El Honduras.
Sus 25 tatuajes, sus cejas rasuradas y su modo de vestir, hacen de él un personaje que no pasa desapercibido, sobre todo cuando también se pone un elegante sombrero.
Luego de que se remodeló la Plaza de la Soledad, ya no ha podido quedarse a dormir entre las bancas de los jardines, y ha buscado refugio en otras partes de la ciudad, pero por el día vuelve a La Soledad.
Su madre se separó de su padre, ella vive en Tijuana y él en Honduras.
Hace años que no los ve, y parece ser que ni los extraña.
Además, tiene un hijo de nueve años, al que casi no ha visto pues es hondureño.
Para su futuro no tiene grandes expectativas: “No sé que esperar… luego no me dan chamba por mis tatuajes”, indica el joven con tercer grado de escolaridad, y con dos ingresos en prisión en el Distrito Federal, por robo a transeúnte con violencia. El Honduras agrega que ya se siente chilango, e incluso se mandó a tatuar el logotipo de el águila que refiere: “hecho en México”, y “orgullo mexicano”.
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