México, D.F. / Oct. 31
“Ya valió madres… los celulares… pónganse las manos en la nuca y agachen la cabeza”, fueron las palabras que antecedieron los minutos de miedo a morir que vivió Carmen, una vendedora de la tienda Sanborns que sirvió de escudo humano a los ladrones que intentaron robar la bodega del establecimiento.
Uno de ellos la tomó por atrás; con una mano le agarró el cuello y con la otra empuñaba el arma que dejaba caer sobre la cabeza de esta mujer.
Al verse acorralados por la policía, uno de los ladrones le dijo al oído a Carmen lo que tenía que hacer: “Ahorita vas a gritar que tienes dos hijos y que si no (se retiran), no va a salir nadie. Déjenme salir con todos y no les va a pasar nada”
En su cabeza, la empleada de la tienda de autoservicio sentía cómo el pulso del hombre temblaba al ver que su plan por robar el establecimiento se venía abajo.
“Tranquila, no te va a pasar nada. Rápido, ahorita voy a negociar”, le repetía una y otra vez el delincuente mientras se escondía detrás de su cuerpo para evitar quedar en el blanco de la policía, que ya rodeaba el lugar.
En el piso del restaurante, empleados y algunos clientes que cenaban en el lugar se encontraban tirados en el piso, boca abajo, algunos con las manos y pies amarrados con cinta canela.
Cuando los delincuentes los tenían sometidos a todos, uno de los asaltantes exigió a gritos las llaves de la bodega donde se almacena la mercancía: celulares, pantallas de plasma y bolsas. Se dirigieron directamente al subgerente de la tienda, quien fue identificado por los ladrones por traer un saco azul, distinto a los del resto de los empleados.
Lo levantaron del piso y le ordenaron que se colocara al centro mientras le exigían las llaves.
Como no obtenían una respuesta positiva, empezaron a golpearlo, obligando al resto de los rehenes a que se agacharan y no voltearan a verlos.
“Obedezcan y no les va a pasar nada, venimos por la tienda y no por ustedes”, les grito otro de los hombres.
La Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF) tiene como principal línea de investigación la posible manipulación de las cámaras de videovigilancia.
“Manipularon las cámaras”
De acuerdo con el expediente del caso de toma de rehenes, al que El UNIVERSAL tuvo acceso, el equipo de video que generalmente escanea el lugar, se congeló en una toma por más de media hora, en el lapso de las 12:45 y la 01:15 de la madrugada. Tiempo que fue aprovechado por el grupo de delincuentes para ingresar encapuchados al establecimiento, según consta en la averiguación previa CUH-2T2/3714/08-10.
En el video se aprecia cómo las cámaras dejan de moverse y se quedan fijas en el departamento de farmacia.
La Procuraduría capitalina investiga al personal de seguridad de la tienda para determinar si las cámaras fueron manipuladas por alguien o si se trata de alguna falla que fue aprovechada por Enrique Mejía Bello, quien trabajó en la tienda y participó en el asalto a Sanborns. Este sujeto fue identificado por algunos ex compañeros.
Hasta la noche de este jueves, la PGJDF contaba con 21 testigos, entre ellos 14 empleados y cinco comensales, quienes rindieron su declaración ante el Ministerio Público de la Fiscalía Desconcentrada en Cuauhtémoc.
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