Nacajuca, Tab. / Septiembre 23.-
Las inundaciones en Tabasco comienzan a levantar el hambre de sus habitantes. Con pérdidas en ganado y cosechas y suspendidas sus fuentes de ingreso, los tabasqueños hacen del agua que los rodea su aliado para sacar ganancias.
Tortugas, iguanas, gallinas, pescados, culebras, yuca, entre otros, integran hoy la canasta básica de los tabasqueños que, hambrientos, desesperados por vivir en hacinamiento, miseria y entre el agua, los usan para alimentarse.
La “Guao“, como le dicen a las tortugas gigantes en la zona, son codiciadas entre quienes en forma temporal habitan en las orillas de los caudales de los ríos.
Fáciles de vender y preparar, una de esas especies representa 120 pesos de ingreso para el afortunado que la atrapó. A machetazos, los habitantes les separan el caparazón para hacer con ellas un buen caldo.
El “Bogo”, un pez gigante que se encuentra en los ríos Carrizal, Usumacinta y Samaria, hoy por arriba de los 70 centímetros de sus niveles críticos y con brazos “emergentes”, es una de las especies aptas para comercializarse entre los habitantes de las zonas aledañas.
Son 20 pesos lo que cuesta un kilo del animal, que para los hermanos De la O representa el ingreso económico de una semana para alimentar a sus familias que forman parte de los más de 153 mil damnificados en la entidad.
Manuel y Defiderio se dedican a la siembra de maíz, pero hoy sus campos ubicados en el Rancho Corriente primera sección están cubiertos por el agua.
Ante ello, no les queda más que usar sus “cayucos” o lanchas para adentrarse desde las 3:00 horas cuando menos 20 kilómetros al interior de los ríos para capturar estos peces.
Son al menos 15 peces de buen tamaño los que cada uno captura. Con ello suman cerca de mil 200 pesos que obtienen después de ofrecerlo a cada familia que, hacinada, habita uno de los albergues a orillas de los caminos.
Y es que “a qué se dedica uno entre tanta agua, con ganado y siembras pérdidas”, dice Gonzálo Chan. El hombre de más de 50 años ha perdido su siembra del año y sólo le quedan 16 vacas y bueyes, los cuales teme perder ante la falta de alimento.
Los animales, con el agua a nivel de su lomo, tratan de pastar la milpa que encuentran entre el cultivo que hoy es laguna. En tanto, don Gonzalo aprovecha para sacar la “yuca”, especie de tubérculo que las familias usan para guisar.
Pero en un caso ya crítico, dice Rosalino Martínez, “hasta las culebras son buenas”. Y es que ese animal, que de árboles cuelga para caer en los causes de ríos, puede convertirse, en caso de empeorar la situación, en un alimento suculento para los tabasqueños.
En tanto, las familias aún con gallinas recurren a su venta. En 70 pesos oferta la familia Rodríguez las últimas que le quedan. “Se necesita dinero y es lo único que tenemos para vender”, dice don Pedro.
Y es que después de irse la lluvia el agua hace de las suyas al mantener los campos, poblados y caminos inundados, anegados. Ante ello, los tabasqueños aprenden a hacer de su enemigo, el agua, su aliado para sobrevivir.
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