Ciudad de México
Mariana Estrada divide su tiempo entre dos oficios: uno como profesora de secundaria y otro como asistente auxiliar en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS). En el primero, ha materializado su sueño de niña, ser maestra; con el segundo, paga sus cuentas, pues dice que para ejercer la carrera “debes tener vocación porque tu sueldo nunca te va a alcanzar para nada”.
La joven de 35 años ocupa las horas de su día para dar clases de historia en una escuela ubicada en Coacalco, y por la noche hace guardias en el Hospital La Raza. “Si logro cerrar los ojos en la mañana ya es ganancia porque casi nunca descanso. Me busco espacios en mis tiempos libres para poder dormir un rato”, relata.
“Yo entro a trabajar al Seguro a las 8:30 de la noche para la guardia. Salgo a las 5:30 o seis de la mañana y me traslado corriendo a la escuela, en donde tengo seis horas laborales, de las que ocupo una de descanso, que no lo es propiamente, porque tengo que calificar, planear y revisar los materiales de mis clases”, detalla.
Todos los días carga con dos mochilas llenas de ropa para adecuar su vestimenta al trabajo en turno. También lleva su comida, porque con el sueldo de menos de 5 mil pesos que recibe a la quincena le es imposible darse ese lujo.
A pesar de la precariedad económica en los sueldos de su carrera, Mariana se considera afortunada por tener dos fuentes de ingresos que le permiten mantenerse, pues otros compañeros deben “hacer maravillas para sobrevivir con el sueldo de su único empleo como maestros”, dice.
“Nosotros a veces tenemos que pagar las copias de los niños, los libros, el material que usan solo por amor a ellos. Tenemos que darles por vocación al oficio. A nosotros ¿quién nos da? Tenemos que cambiar la mentalidad de las autoridades para elevar el salario, porque el trabajo de un maestro no termina cuando sale del aula, allí apenas inicia”, sostiene Mariana.
Pide a las autoridades y a la sociedad ser más conscientes sobre lo que el trabajo de un educador significa en la parte humana y social de las personas. “Nosotros no somos sólo maestros. Somos sicólogos, enfermeros, médicos y hasta padres. Formamos sociedades desde el inicio de una vida, por tanto, considero que las condiciones laborales deberían ser más justas”, resalta.