Wellington, Nueva Zelanda.-
Más que un partido que definía al combinado nacional que lograría uno de los últimos lugares en el Mundial de Brasil 2014, el encuentro entre México y Nueva Zelanda fue una verdadera fiesta verde y blanca.
Desde muy temprano, los cientos de mexicanos que viajaron miles de kilómetros para estar presentes en el partido, pintaron del color de los padres de este país las calles de la capital neozelandesa.
Sombreros, sarapes, máscaras de lucha libre y camiseta verdes resaltaron en las generalmente tranquilas calles de Wellington, que celebró divertida la llegada de los pintorescos mexicanos.
En el estadio los locales cumplieron con el llamado de sus “All Whites” y portaron el blanco de su Selección.
Y aunque el marcador fue abultado, a nadie pareció importarle pues incluso la afición local celebró jubilosamente los dos goles de Nueva Zelanda.
Tan relajados estaban que la chica de origen asiático que estaba en la sección tricolor e intentó meterse a la cancha no pasó de una simple anécdota.
Al final el futbol fue más una excusa para un día de fiesta que un partido trascendente para este país y la alegría de los mexicanos fue el complemento perfecto.
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