Monterrey, Nuevo León
Mientras algunos padres de familia aprovecharon para celebrar el Día del Niño con sus hijos en el parque, la feria o de paseo por el centro de Monterrey, un grupo de aproximadamente 20 menores familiares de personas desaparecidas cambiaron los juegos y la diversión por la protesta.
El grupo se reunió en punto de las 16:00 horas en el kiosco frente al Palacio Municipal, donde colocaron un “tendedero” en el que colgaron carteles con consignas en las que pedían paz, justicia, amor y alto a la violencia, entre otros.
El acto fue organizado por el colectivo Amores, de familiares de personas desaparecidas, que tiene un grupo de apoyo sicológico que atiende a unos 80 niños víctimas de este delito, entre los cuales está la veintena de infantes que acudió a la Plaza Zaragoza.
En el lugar, el gobierno municipal colocó una feria para celebrar a los niños en su día.
Al iniciar la actividad, los pequeños familiares de desaparecidos repitieron algunas consignas como: “¡También a nosotros nos falta uno!”; “¡Tómenos en serio!”, y “¡Queremos paz!”
Tania González, integrante del colectivo, explicó que la actividad fue organizada por los mismos niños: “Ellos quieren en este momento expresar sus sentimientos y protestar, cada jueves se reúnen con su terapeuta y ellos planearon esta actividad para manifestarse”, afirmó.
“La mayoría de ellos ya saben que no tienen un papá o una mamá porque están desaparecidos”, agregó.
Hace nueve años en Nuevo Laredo, Tamaulipas, Tania y sus hijos, de entonces dos años y cinco meses de edad, fueron víctimas de la desaparición del padre de los pequeños, quienes también se unieron al grupo que se manifestó.
“Es muy difícil porque siempre va a hacer falta un papá o una mamá y quienes quedamos a su cargo tratamos de hacerles el mundo de felicidad, pero ese hueco nadie lo va a ocupar”, comentó.
Desde entonces las autoridades no han dado resultados para saber qué pasó con el padre de los hijos de Tania, razón por la que, desde Nuevo León, ha tratado de dar seguimiento al caso y luchar para exigir que se le siga buscando.
Luego de que los niños tomaron el escenario, los adultos se encargaron de poner música infantil para alegrarlos, les dieron pastel, pizza y refrescos para consentirlos por aquellos que ya no están para hacerlo, sus padres desaparecidos.