Monterrey, N.L.-
Unas cien personas de origen ucraniano y ruso, por encima de las diferencias que hay entre los gobiernos de sus países que hoy libran un conflicto armado, realizaron un acto a favor de la paz, a través de mensajes que con apoyo de un amplificador de sonido, pronunciaron con su acento extranjero y en el español que han aprendido por sus años de estancia en Nuevo León; pero también a través de mantas, cartulinas y canciones.
En su gran mayoría mujeres, algunas de las asistentes comentaron que la guerra las tiene partidas en dos, ya que cuentan con familiares en ambos países, y así como rusos y ucranianos residentes en el estado tienen amistad, allá en Rusia y Ucrania sus pueblos tampoco quieren pelear, y les han contado que los militares del Ejército de Putín mientras avanzan en su incursión armada piden comida y la gente les da.
Igual en la explanada del Museo de Historia Mexicano, unos cien metros al oriente del Palacio de Gobierno, rusos y ucranianos que residen en la entidad, comparten el espacio para pedir por la paz, convocados a través de las redes sociales y por WhatsApp, aunque muchos de ellos antes de esta coyuntura ni se conocían, y otros sí mantenían amistad.
Tania Permakova, quien tiene tres años de vivir en Nuevo León, tras casarse con un mexicano que conoció por Internet, comenta “yo soy de Ucrania, pero mi papá es ruso, y mi mamá es ucraniana, esta guerra representa un dolor doble, a mi me parte en dos; tenemos que lograr la paz unidos”.
Afirma, “nuestra gente en Ucrania está en refugios, no pueden salir de casa ni a comprar comida y las temperaturas son de 20 grados bajo cero y la gente no tiene comida, ni calefacción, nada, es muy horrible”.
Considera difícil que sus familiares puedan refugiarse en México, pues el viaje les costaría unos 35 mil pesos por persona, y no mucha gente de Ucrania o Rusia, gana tanto para pagarlos. Por eso, expone, “es necesario que ahorita se abran las fronteras de los países vecinos como ya lo hicieron Polonia y Rumania.
Comenta Tania que ha recibido informes de que la gente con sus cuerpos impide el avance de los tanques rusos, “y lo más genial es que los soldados rusos tampoco quieren enfrentar a la población, y cuando están cerca de las casas piden agua o comida y los ucranianos les dan, porque unos y otros somos gente que no queremos la guerra”.
El objetivo de la manifestación, expuso Tania, es decir al mundo la verdad, que queremos paz para nuestro país, somos soberanos, Ucrania no es parte de Rusia, tenemos una cultura aparte.
Agregó que el conflicto entre Rusia y Ucrania no es una guerra de los pueblos de ambos países, sino de sus gobiernos. “El problema es que aquí se metió muchísimo Estados Unidos, porque así persiguen el objetivo de debilitar a Rusia, y así para ellos será mucho más fácil salvar su poder en la arena mundial”.
Señaló que al igual que las grandes guerras mundiales Estados Unidos se fortaleció porque vendió armas y ahora pasa lo mismo. “Estaban fijándose mucho en las negociaciones entre Ucrania y Rusia, si avanzaban, siempre metían su mano haciendo conflicto, y siempre prometían a Ucrania, tú no tengas miedo, te vamos a dar armas, vamos a proteger tu cielo y nada, los dejaron solos”.
Leer también: Cuerpos tirados en las esquinas y guerrilla urbana: las calles de Kiev se convierten en una trampa mortal.
A su vez Irina, quien llegó hace casi diez años a la entidad, al casarse con un nuevoleonés, con quien tiene un hijo de ocho años, comentó: “Yo nací en Rusia, en los tiempos soviéticos, pero mis papás desde esos tiempos se mudaron a Ucrania, y cuando se disolvió la Unión Soviética nos quedamos en Ucrania, por eso también tengo ciudadanía ucraniana”.
Obviamente, aseveró, “nos duele la situación por partida doble porque tenemos familia en Rusia y familia en Ucrania. En Ucrania ahora está mi papá, mi mamá, mi hermana, dos hijos de mi hermana, el esposo de mi hermana, pero también tengo tías en Rusia”.
Tiene un hijo de ocho años, que está en la escuela, y en cambio “ahora los hijos de mi hermana no pueden ir a la escuela en Ucrania”. La niña de ocho años ahora se está refugiando, pues no puede ir a la escuela, por temor a un ataque del ejército ruso.
“Los políticos tienen que hacer su trabajo: arreglar la situación, la gente tiene que vivir, los niños tienen que ir a la escuela y los adultos tienen que trabajar”, expresó Irina.
Recalcó que “la gente no quiere la guerra, nadie la esperaba, yo estuve hablando con mi papá, le decía, vengan, va a pasar algo, pero ellos no creían.
Al estallar el conflicto, ya no pudieron salir, el espacio aéreo está cerrado; mis papás viven a 35 kilómetros de un aeropuerto, se anunció la guerra y se cerró, ya no hay ningún vuelo por eso algunos están saliendo por tierra hacia Polonia por la frontera oeste.
Por orden del gobierno la gente no puede salir de la casa, el viernes avisaron para que hagan su compra de comida, porque esperaban ataques con misiles el fin de semana; “obvio nadie trabaja, mi mamá y mi hermano están en el Oeste, en casa de amistades, pero no pueden salir, y así son las mismas historias de todos los que estamos aquí”, en la manifestación.