Monterrey, N.L.-
Hace casi 40 años, el maestro Silvino Jaramillo le preguntó al joven Héctor Hugo Jiménez: “¿te gustaría trabajar en El Porvenir’?”.
Esto afirmó en “Una vuelta al centenario”, homenaje por el nacimiento de Jaramillo, destacado periodista regiomontano, en evento realizado por la Facultad de Música y la Secretaría de Extensión y Cultura de la UANL en el Museo de Historia Mexicana.
Entonces le dijeron al egresado de la Facultad de Comunicación de la UANL que había un puesto vacante en la sección de Cultura, pues en Deportes no había en ese momento.
“Voy a hablar de ti con el director Jesús Cantú Escalante y con la jefa de la sección, Rosalinda González”, le dijo el maestro Jaramillo, quien fue maestro de la UANL y compositor de huapangos. Héctor Hugo Jiménez, José Celso Garza y Bertha Wario, fueron tres de los alumnos que participaron en este homenaje.
Jiménez señaló que sin presumir él era el mejor calificado en sus tareas de redacción, en las que Jaramillo era mucho muy exigente.
“Un día de septiembre de 1984 me presenté para entrevistarme con la experimentada periodista Rosalinda González, quien trabajara en El Norte y había sido contratada por El Porvenir, para hacer la mejor sección de la ciudad”, dijo quien es el director editorial general de Hora Cero.
Afirmó que fue un reto monumental trabajar en la sección, porque su sueño era laborar en la de Deportes, y fue dos años después que el director Jesús Cantú Escalante lo nombró editor de Cultura, formando un equipo con Hernando Garza, Blanca Esthela Martínez, Elvira Ramos y otros.
“Gracias al maestro Silvino Jaramillo por recomendar a sus alumnos con unas palabras que tengo en mi mente y guardo en mi corazón: Hugo, tú entra al Porvenir, mete un pie y el resto dependerá de ti”, expresó.
Tres años después Jiménez cubrió el Mundial de Futbol México ’86 y después de publicar un reportaje seriado sobre tema peligrosos, le dijo “Vaya Hugo, hasta que por fin leo lo mejor de ti, me debías”.
Señaló que en su partida al cielo dirige un coro de ángeles, además de que fue uno de los días más tristes que recuerda.
“Ya no pasaría por él a su casa, para irnos a desayunar al San Carlos o al Regio Gonzalitos, donde le dije alguna vez que era más barata la cuenta. Yo lo convencí y pasaba por él, donde los meseros me decían que yo era su hijo, porque lo veían llegar al lugar apoyado de mi brazo”, indicó.
Por eso cuando los dejó, extrañaba las largas charlas con el maestro sentado en su sillón de su casa, por eso dejó un legado difícil de superar en el periodismo, dentro y fuera de la Facultad.
“Sus alumnos que tomamos el camino en los medios de comunicación, sobre todo en los impresos, estaremos siempre agradecidos porque, aunque nos reprobó por faltar a clases, siempre nos sugirió a usar el lenguaje, con un estilo literario”.
Silvino Jaramillo fue el mejor que tuvo, con el respeto del resto de los maestros, por eso su bocho (VW) está intacto en su casa y lo disfrutan sus hijos cuando pasean en éste.
“Maestro Silvino, mi cariño eterno y mi eterno agradecimiento por creer en mí como su alumno y hacer por cuatro años a compañeros del Porvenir.