Monterrey, N.L.-
Una noche, estando en el penal del Topo Chico, Gabirel Zul Mejía miró al cielo, pidió la ayuda de Dios y la encontró.
Ese encuentro marcó el camino de este joven, quien hoy se convertirá en el primer diácono de la Arquidiócesis de Monterrey en ser ordenado sacerdote dentro de en un reclusorio.
Con una historia de problemas relacionados con pandillas, mismo que lo llevaron a permanecer una temporada preso, Gabirel encontró su vocación sacerdotal que lo llevó a recorrer el camino de la fe.
Hoy que ha concluido su preparación, solicitó que la celebración de ordenamiento se hiciera en el Centro de Reinserción Social de Apodaca, en Nuevo León, para de esta forma recordar su encuentro con Cristo.
Su encomienda de ahora en adelante será ser el capellán del reclusorio y su deseo es que los internos vivan una conversión, como la vivió él hace años, cuando encontró la paz tras mirar al cielo.