Los Juegos Centroamericanos y del Caribe (JJ.CC.) están en marcha en su edición 24 en San Salvador. Originalmente los Juegos se celebrarían en Ciudad de Panamá en 2022, pero en 2020 esta nación declinó organizarlos por el duro golpe económico que les provocó la Pandemia del Covid-19.
Yo les llamo “juegos bohemios” por la forma en que a ellos se refieren deportistas que vivieron los procesos o participaron en ellos en los 50, 60 o 70, porque lo hacen con tal nostalgia y respeto, como si en el mundo no hubieran existido otros eventos o competencias deportivas de mejor nivel competitivo.
Aunque no conozco los Juegos de la Mancomunidad Europea, ni los de la Británica ni los Mediterráneo, por mencionar algunos, en el fondo siento que estos se parecen mucho a los JJ.CC. pues dan más la apariencia de querer mantener una tradición que en verdad buscar catapultar el deporte de la región.
También les digo los “juegos del Tercer Mundo”, por el bajo potencial económico que representan las naciones que integran la Centro Caribe Sports, antes llamada Organización Deportiva Centroamericana y del Caribe (ODECABE) y que, entre quienes la integran, solo México pertenece a las 20 mejores economías del mundo.
Es cierto que de la región centroamericana y del caribe han salido muchos grandes campeones del mundo y olímpicos, y en eso han aportado en mayor medida Cuba, Jamaica, Colombia y México.
En nuestro país existe un amor ciego por los JJ.CC., denotando en ocasiones que, de no participar en estos, estaríamos perdiendo la base del desarrollo o cierto estatus mundial, que en realidad el evento no lo da.
Recuerdo cómo en una ocasión un presidente de federación nacional deportiva me presumía de cierto modo que su organización ya tenía tantos calificados a unos JJ.CC., pero mi respuesta le cayó como un balde de agua fría: ¿cuántos tienes en las fechas de la serie mundial?
Que esa era la meta, fue su respuesta. O sea, cada cuatro años estos Juegos deben servir para ver cuántos deportistas mexicanos pudieran participar en las grandes competencias del mundo. Creo que no debiera ser así.
También rememoro cuando la misma Ana Guevara, siendo la líder del mundo en los 400 m, era obligada a participar en los JJ.CC. y Campeonatos Centroamericanos, éstos cada año y que para ella representaba una serie de contrariedades por vivir concentrada en Europa.
Tenía que vérselas con vuelos, cambios de usos horarios, de alimentación y sobre todo, del programa de entrenamiento, con el riesgo de afectar el buen momento que solía mostrar en esos años, del 98 al 2004.
En San Salvador están anunciados 17 medallistas olímpicos, que seguramente están ahí por las becas que reciben en sus países, porque buscan ponerse en forma para mejores eventos o porque simplemente la fecha les encajó en su programa y participar no les traerá ningún efecto negativo.
Algunas pruebas servirán de calificación a los Juegos Panamericanos de Santiago de Chile, y estos a su vez darán algunas plazas a los Olímpicos de París, razón que motiva en ciertos deportes a estar presentes en los JJ.CC.
En esta edición de los Juegos hay 36 de 37 países de la región que tienen alguna representación. Guatemala está como equipo Neutral, sancionada por el Comité Olímpico Internacional por incumplir por los estatutos de elección del presidente del Comité Olímpico Nacional.
Algunas naciones participan en dos o tres deportes y nada más. Por eso es común que desaparezcan eventos al no reunir el mínimo necesario de deportistas para tener una competencia digna.
En los anteriores JJ.CC., celebrados en Barranquilla, Colombia, en 2018, México fue el mandamás en el medallero con 132 oros por 102 de Cuba, 79 de Colombia, 34 de Venezuela y 12 de Jamaica.
Sin embargo, en Tokio 2020 estas naciones nos superaron con claras diferencias: Cuba, lugar 14 en el medallero con 7 oros y 15 preseas en total; Jamaica en 21 con 4 oros y 9 preseas; Venezuela en 46 con un oro y 4 preseas, Colombia en el 66 con cero de oro y 5 preseas, y México en 84 de la tabla con 4 bronces en total.
Como vemos, los JJ.CC. son más bien un espejismo y no deben tenerse como el gran éxito deportivo de México.
Siempre será de mucho más valor un octavo puesto en una serie o copa mundial, o en un campeonato mundial de algún deporte, que ser cabeza de ratón; mejor ser cola de león.