Monterrey, N.L. / Diciembre 3.-
La ciudad de Monterrey es uno de los principales destinos de México para estudiantes mexicanos e internacionales a nivel profesional. Algunos escogen entre las universidades de la ciudad para hacer toda su carrera y otros vienen para vivir una experiencia internacional durante sólo un semestre o un año.
Algunas de las zonas con mayor número de estudiantes en Monterrey son las colonias Tecnológico, Altavista y Roma.
A los estudiantes que viven en estas zonas les gusta caminar y disfrutar del clima agradable durante las noches. Especialmente en esta región hay bares y fiestas que organizan los estudiantes para conocerse y despejarse de los estudios
.
Desde hace un tiempo, los estudiantes han perdido la tranquilidad de andar libres por la calle, especialmente durante la noche; comparado con hace un año, cuando se sentían más seguros de andar por los alrededores de las colonias mencionadas anteriormente.
Los alumnos que andan por estas zonas están siendo detenidos por la policía de la localidad sin haber quebrantado la ley, aparentemente.
“Estuve de intercambio aquí hace un año y nada me pasó. Llegué este semestre de regreso y el primer día fui agarrado por la policía”, declaró Christian Hesse, un estudiante de la universidad de Stuttgart, Alemania.
El día en que regresó a México para comenzar a escribir su tesis fue a festejar con sus amigos en un bar de la zona estudiantil. Él conocía las leyes de restricción de consumo de alcohol en la vía pública, por el semestre anterior que estuvo aquí anteriormente, así que tomó sus precauciones al salir del lugar e ir a su casa.
Como conocía los alrededores, decidió ir caminando a su casa. Al estar a dos cuadras de su casa, vio una patrulla de policía que se le acercaba, y al no poseer bebida alguna en sus manos ni hacer escándalo, siguió caminando sin cuidado. La patrulla se le aproximó y él se detuvo.
Dos policías salieron del vehículo y le dijeron que se subiera a la patrulla. Sin saber mucho español, él accedió. Menciona que anduvo rondando en la patrulla durante aproximadamente 10 minutos, mientras le pedían que sacara su cartera. Justo ese día más temprano había retirado dinero de un cajero en el aeropuerto.
Le sacaron el dinero de la cartera, mientras seguían rondando en la patrulla, le decían que les dijera dónde escondía drogas, a lo que él respondió que no tenía idea de lo que hablaban.
Al ver que no llegarían a ningún lado, lo dejaron ir en la mitad de la oscuridad de la noche, en un lugar que él ya no reconocía debido a las vueltas que le habían dado en el vehículo, y sin alguna explicación.
Desconcertado por lo que acababa de sucederle, llamó a una conocida suya del tiempo en que estuvo de intercambio anteriormente y le pidió de favor que fuera a recogerlo. El día siguiente fue a la comisaría acompañado de su amiga y el padre de ella, quien tenía contacto con el jefe de policía de Nuevo León. Pidieron que reconociera la patrulla en la que había sido detenido.
“Fui a la policía porque tenía el número de la patrulla, pero no podía reconocer a alguno de los policías que me levantaron”.
Sin estar muy seguro de esto, ya que había sido de noche y estuvo sorprendido, señaló una de las patrullas. Descubrieron en el piso del auto la identificación del estudiante extranjero, en el maletero estaba el dinero que le habían quitado. Le dijeron que podía tomarlo. Le dijeron que regresara a casa y que tomarían cartas en el asunto.
Sin embargo, no le pidieron que diera algún testimonio o que firmase algún documento, haciendo una denuncia oficial. Se fue de la estación de policía, desconociendo si en realidad harían algo al respecto.
Durante las siguientes semanas, los alumnos foráneos e internacionales celebraban el comienzo del semestre. Algunos de ellos con muchas expectativas de haber venido a México.
Durante una fiesta a comienzos de agosto del 2009, Martin Klewer, otro estudiante de intercambio que justo llegaba a la ciudad hacía no menos de una semana, fue a una fiesta, la primera a la que iba.
Asesores les habían dicho que estaba prohibido ingerir bebidas alcohólicas en la vía pública, por lo que evitaron hacerlo. La fiesta a la que asistieron estaba muy repleta de gente, por lo que muchas personas tuvieron que permanecer en la calle, entre ellas estaba Klewer con amigos suyos.
A la media hora de haber llegado a la fiesta, aparecieron patrullas de policía en el lugar, de donde bajaron oficiales que atrapaban aleatoriamente a quienes estuvieran afuera. Algunas personas corrían hacia dentro del lugar y otros huían de las manos de los policías. Al conocer su inocencia, él decide permanecer quieto para no parecer sospechoso.
A su lado ve cómo esposan a un estudiante mexicano que intentaba escapar, en seguida llega otro policía y lo esposa. Él no entendía lo que sucedía porque no infringía la ley, no obstante estaba siendo esposado.
Fue llevado a una “granadera” en el que había otros de los que fueron atrapados esa noche.
“El auto ya estaba muy lleno y no me podía sentar, por lo que tuve que estar de pie y agachado en una posición incómoda e insegura durante los cuarenta minutos que duró el trayecto a la estación”, exclamó.
No estando seguro de por qué estaba siendo llevado por la policía, decidió mantener la calma de todas maneras.
Ya pasaban las 2:00 horas y lo único que les dijeron a los estudiantes al bajar la patrulla fue que se quedaran de pie recargados en una pared. Pasaron dos horas desde que llegaron al recinto de la policía municipal. La espera se hacía aún más larga sin tener permiso de ir al sanitario o de hacer alguna llamada.
Al no tener vigila por parte de la policía, el estudiante mexicano le pregunta a Klewer si llevaba efectivo consigo, a lo que el internacional le contesta que sí. Para evitar ser robados por los oficiales, ya que no sabían qué esperar de ellos por el trato que ya les habían dado, el estudiante mexicano se le ocurre guardar los billetes que traía de su cartera a su ropa interior, y le sugiere al internacional que hiciera lo mismo, a lo que hace caso.
Después de haber esperado por alguna reacción de la autoridad, Klewer y el estudiante mexicano fueron llevados con una jueza. La policía no le dio el derecho al estudiante internacional de tener algún oficial que le tradujera, así que el estudiante mexicano fungió como traductor.
Les dijeron a los jóvenes que deberían pagar 600 pesos para poder salir bajo fianza. No había explicación de las faltas que habían cometido los muchachos, sólo los extorsionaban a pagar.
Klewer trató de negociar, diciendo que pagaría sólo 500 pesos de lo que le pedían, porque aseguraba que no traía todo el dinero que le pedían.
Por acceder a pagar el dinero, le dieron un documento en español para que firmara, a lo que rechazó acceder por no saber de lo que se trataba. Entonces su compañero revisa lo que dice el documento y le dice que no hay problema con que firme, que no hay riesgo. Después firmó el documento.
Klewer no tenía claro en este momento si ya podía irse o quedarse a apoyar de alguna manera a quien le había ayudado a traducir lo que los agentes le decían. Acto seguido, el oficial de policía que los acompañaba, le dice al estudiante mexicano que se desnude.
El estudiante mexicano no encontró alternativa más que hacer caso.
“Tuvo que desnudarse completamente frente al oficial de la policía. Como se había escondido dinero en su ropa interior, al quitársela cayeron los billetes, y el policía simplemente tomó el efectivo. Él trató de reclamar, pero no ayudó en lo absoluto”, declaró Klewer.
Seguido de lo que pasó, lo dejaron ir y él ya no supo del otro estudiante.
“Todo el proceso duró alrededor de 4 horas con 30 minutos”, agregó.
Sin estar seguros de qué hacer, sin saber si en realidad se haría algo al respecto, o si de hacerlo correría en peligro la seguridad propia de los estudiantes por sus declaraciones; lo que hicieron algunos de los agredidos fue comunicarse con la oficina de asuntos internacionales de la universidad para ver si podían hacer algo al respecto.
Inclusive formaron un grupo en la red social Facebook entre ellos, llamado “Basta de los abusos de la policía de Mty en zona Tec”, en el que los alumnos abusados por la policía de la localidad comparten experiencias entre ellos, se comunican para estar al pendientes de lo que está sucediendo. De todos modos, no significó que hubiera aún algún cambio positivo.
Dejando atrás lo que había pasado, Klewer y sus compañeros del apartamento 151B de la calle Hamburgo de la colonia Altavista decidieron organizar una fiesta. Para esto informaron a sus vecinos de lo que harían y evitar incomodarlos.
Llegaron a un acuerdo de no subir mucho el volumen de la música y que los invitados no invadieran el espacio de los demás apartamentos del complejo en donde vivían.
Pusieron señalamientos en los timbres para que los invitados no llamaran a las demás puertas y los perturbaran durante su descanso en la noche.
La invitación a la fiesta fue el 8 de octubre del 2009 a las 22:00 horas, sin embargo, la gente comenzó a llegar a las 23:30hrs. La fiesta comenzó sin problema alguno. Alrededor de las 01:30 horas del día siguiente, llegó la policía que había sido llamada por alguno de los inquilinos del apartamento 155B, confirmado por ellos mismos.
Entonces este inquilino permitió que la policía entrara en el complejo departamental para que detuviera la fiesta, sin que él se dirigiera primero con los organizadores de ésta. Los policías comenzaron a tocar la puerta y tocar el timbre de manera agresiva.
Como se les había dicho con anterioridad que la policía estaba obligada a respetar propiedad privada, no les abrieron la puerta. Continuaron tocando a la puerta y al timbre durante 20 minutos. En ese momento, la corriente de electricidad se cortó.
“Estábamos en una fiesta y cortaron la corriente de luz” , dijo Dirk Hoffmann, estudiante de la Universidad de Mannheim, Alemania, quien fue testigo de los acontecimientos. Acto seguido, la policía se fue del complejo, y los inquilinos del mismo apartamento se las arreglaron para encender de nuevo la corriente de electricidad.
Al irse la policía, de las cuarenta personas que asistieron al evento, quedaron sólo diez. Los demás se fueron porque temían ser extorsionados por la policía, como habían escuchado de sus compañeros y habían visto publicado en el portal de Internet. Entre los que salieron estaban Dirk Hoffmann, y Johannes Kellner, de la Universidad Técnica de Múnich, Alemania, acompañados por amigas suyas.
“A las 03:00 horas estábamos en la calle y llegó una patrulla con dos policías”, dijo Hoffmann. Los jóvenes estaban simplemente platicando frente al complejo de apartamentos en donde se encontraban, los demás que quedaban estaban dentro del apartamento.
“Yo ya había escuchado que a otros estudiantes les había pasado lo mismo. Entonces ya sabía que sólo querían dinero y no me resistí”, agregó.
Contrario a esto, Kellner decidió resistirse a ser llevado por la policía sin haber recibido alguna declaración de la falta que había cometido, por lo que se llevaron a los dos jóvenes.
Al resistirse al arresto, los policías arrancaron la camisa de Kellner antes de llevárselos. Sus dos compañeras decidieron seguir la patrulla para saber lo que les hacían.
Los muchachos después fueron llevados a la comisaría municipal.
“Nos llevaron a la oficina de la policía, y nos dijeron que apagáramos los celulares”, indicó Hoffmann.
“Les pregunté por qué nos llevaron y sólo se rieron”, agregó. Fueron encerrados primeramente en una celda en la que estaban sólo ellos dos. Pasado un rato, fueron movidos a una celda en la que habían otros nueve detenidos.
“Yo sí sabía algo de español, y escuché cuando nos llevaban que comentaban entre los policías que un estudiante de Dinamarca se había escapado. Comentaron entre ellos que nosotros lo conocíamos”, afirmó.
“Sentí que ya nos tenían identificados y que nos espiaban en todo momento”, confesó.
Pasado un rato, dejaron salir a Kellner porque una de sus amigas había pagado su fianza, mientras que Hoffmann no tuvo opción que pasar la noche en el lugar. Cuando Kellner y sus compañeras regresaron al apartamento alrededor de las 06:00hrs, la fiesta había terminado.
No había pasado mucho tiempo cuando los policías volvieron a tocar a la puerta del lugar y dejaron presionado el timbre. Los policías seguían intentando entrar a la fuerza al apartamento, después de haberse llevado ya a los jóvenes y dejar ir a uno de ellos después de haber pagado la fianza. Una de las muchachas que los acompañaba intentó hablar con la policía para aclarar la situación y abrió la puerta.
Al abrir la puerta, los policías rociaron spray pimienta en el rostro de la joven.
Los jóvenes se retiraron de la puerta principal del apartamento, cuando volvieron a quedar a oscuras, ya que los policías habían cortado el suministro de electricidad.
Unos momentos después, un agente de la policía rompió una ventana del apartamento y arrojó una bomba de gas pimienta dentro del inmueble.
Los alumnos que se encontraban dentro de él aseguraron que era imposible permanecer dentro, así que salieron al patio trasero y permanecieron allí durante la madrugada hasta que pudieran volver a entrar a su domicilio. La policía ya se había ido, al darse cuenta que los habitantes del apartamento no saldrían por la puerta del frente.
Mientras tanto, Hoffmann seguía en encerrado en una celda de la comisaría municipal de Monterrey.
“No me dejaron llamar a alguien. En la mañana marqué a la oficina internacional de la universidad y me dijeron que alguien vendría por mí”, declaró.
Como a estos alumnos, situaciones similares de extorsión les ha pasado a muchos otros estudiantes que vienen de intercambio y también a locales. El nivel de sensación de inseguridad se ha incrementado durante este semestre.
Desde comienzos del mismo hasta ahora, sólo se han incrementado en número e intensificado los casos de abusos de los policías.
“No quise denunciar porque no tenía el número de la patrulla”, dijo Hoffmann, “yo creí que era una de las cosas que pueden pasar en México”, expresó.
Un reportaje de la BBC fue publicado el 12 de noviembre del 2009, en el que confirman que casi un cuarto de la policía municipal de Monterrey había sido despedido por haber fallado pruebas que medían corrupción y sus habilidades.
“Más de 270 oficiales fueron despedidos por haber fallado los exámenes”, redactó Stephen Gibbs, corresponsal de la cadena BBC News, en la ciudad de México.
Algunos de los alumnos comenzaron a animarse entre ellos para declarar en contra de la policía, pero han visto pocos cambios palpables. Inclusive tienen la percepción que se ha intensificado la extorsión por parte de los policías, y afirman que patrullas los han seguido de cerca mientras caminan por los alrededores del campus.
Redactó Rosendo Zubiaga, alumno del ITESM de LCC.-
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