Reynosa, Tam.
Las lluvias registradas esta semana en la zona fronteriza de Tamaulipas, volvieron a encender las alertas en Reynosa, Río Bravo y Matamoros, donde se incrementó el nivel del agua en zonas que ya estaban inundadas, provocando una ola de pánico entre los residentes, y hasta el cierre de vialidades y carreteras.
En Matamoros la lluvia dejó tres pulgadas de agua, que originó el cierre de la carretera Matamoros-Valle Hermoso, a la altura de la brecha 82, donde el nivel del agua superó los 50 centímetros.
Mientras que residentes del poblado Empalme, lanzaron un llamado a las autoridades de Protección Civil para que evalúen la estructura del puente vehicular de la carretera Reynosa-Matamoros, ya que afirman presenta grandes grietas que pone en riesgo a los automovilistas.
En Reynosa, llovió el pasado miércoles más de 11 horas de manera continua, captándose entre 2.5 y 3 pulgadas de agua, que originó el cierre de puentes a desnivel y provocó pánico entre los habitantes que ya estaban damnificados por las pasadas inundaciones.
La parte más afectada por las lluvias, fue la zona ribereña, donde los residentes del Ejido Los Cavazos, que se han negado hasta hoy a dejar sus viviendas por temor a la rapiña, vieron como se volvió a elevar más de medio metro el nivel del agua en sus casas, y hasta los 20 centímetros en tres sectores bajos de la carretera Reynosa-Nuevo Laredo.
Hasta ellos llegaron tráileres con despensas alimenticias que les envió el DIF- Tamaulipas y a las familias no les importó cruzar la carretera inundada y torear vehículos con tal de recoger la ayuda del gobierno.
Don José Téllez, residente del ejido Los Cavazos, salió de su casa para ver el panorama de la inundación. Con el agua a las rodillas se sentó en una llanta afuera de su domicilio y observaba el paso lento de los automóviles y de las personas cargando sus despensas, sobre la carretera Ribereña.
Téllez, aseguró que él no iba por su despensa, porque a él eso no le hacia falta, le faltaba ver policías, un operativo que ahuyente la rapiña, y le asegure sus pertenencias, “solo así dejare mi casa inundada para buscar un lugar digno donde dormir, con una cama seca, un lugar sin moscos, mientras se pasa la inundación”.
“Ya no quiero tener los pies mojados, ni dormir entre la humedad, quiero trabajar mi llantera y ya no quiero estarme cuidando de los rateros, y de las víboras que salen de todos lados”.
“Esperaba que se escurriera el agua para ver que se puede salvar, pero nuevamente, estas benditas lluvias volvieron a aumentar el nivel del agua y todo sigue mojado, pero ya que sea lo que Dios quiera”, dijo Don José.
En ese tramo carretero, a un lado de la casa de Don José, lucen varias viviendas con el agua casi hasta el techo, e inclusive flota a la deriva una camioneta color gris.
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