Reynosa, Tam.-
Siendo una niña de apenas siete años, Magaby Ureña Morales fue abandonada por su madre. Y catorce años después poco se sabe del paradero de su progenitora, quien jamás regresó por ella.
Para su fortuna, las autoridades la llevaron a la Casa Hogar San Francisco de Reynosa, en donde su destino cambiaría totalmente.
Ante el abandono de su madre y el fallecimiento de su padre, esta joven que actualmente cuenta con 21 años de edad vivió una infancia complicada, pero logró salir adelante con el apoyo y el cariño de las encargadas del orfanatorio.
Magaby comentó que a veces no se siente como una persona normal, ya que no contó con el respaldo de un padre o de una madre, mucho menos de hermanos.
“Es difícil crecer sin una familia que te quiera, acompañe y te aconseje”, dijo.
En la institución no solo le dieron refugio, sino educación. En la actualidad la joven estudia el quinto semestre de la carrera de medicina en la Universidad del Valle de México.
“Aún me faltan dos años y medio de carrera, además del año de práctica y el de servicio social. Me gustaría hacer la especialidad en otro país, ese es mi sueño, y regresar a ayudar a las personas que lo necesitan”, mencionó.
La meta de Magaby es convertirse en cirujano plástico y reconstructivo, ya que desea curar a personas que lo requieran.
Sus labores en la casa contemplan apoyar a sus más de 90 “hermanitos”, ayudándoles con las tareas, dándoles de comer y aconsejándolos.
“Me siento muy agradecida con todos por lo que me han otorgado aquí, y con Dios, principalmente. A pesar de que estoy sola, tengo una familia enorme y mucha gente que me quiere”, expresó.
Recordó que en la institución siempre los han educado con el pensamiento positivo de que son una gran familia, y que todos tienen que apoyarse para salir adelante y sin complejos.
“No debemos de enfocarnos en los problemas que traemos atrás, sino solamente ver hacia el futuro; tenemos que buscar lo mejor para los demás y nosotros mismos”, dijo.
Y añadió: “Aquí siempre nos han dicho: Toma esta como tu casa, a todos como tus hermanos, y si no tienes a nadie ve a Dios como tu padre”.
Durante la charla mencionó que en la Casa Hogar San Francisco siempre han sido estrictos, y todos tienen disciplina.
“Colaboramos en todas las tareas y si no hacemos las cosas nos castigan para que aprendamos, sin embargo eso nos ha ayudado a formarnos como buenas personas”, narró.
Agregó que la directora de la casa siempre ha sido como su madre, les brinda consejos, los regaña y les da mucho amor.
“La señora Graciela nos ha inculcado a hacer una vida religiosa, a enfocarnos en los valores para llevar una vida como lo marca la Biblia”, señaló.
“Si volviera a nacer, posiblemente, me gustaría tener las dos vidas, porque ahora estoy agradecida con todo lo me que han enseñado y la gran familia que tengo, pero también se necesita el cariño de los padres para sentir que alguien te está protegiendo”, concluyó.
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