Reynosa, Tamaulipas.-
La pobreza extrema, la falta de oportunidades y hasta la violencia origina que cientos de personas de diversas nacionalidades busquen el llamado sueño americano, mismo que a veces no llegan a encontrar pues en su tránsito hacia Estados Unidos padecen penurias y en ocasiones pierden la vida.
En su peregrinar enfrentan hambre, frío, calores extremos, maltrato, abusos, extorsiones, enfermedades e incluso picaduras de animales.
La falta de oportunidades en sus lugares de origen, la violencia, pobreza extrema entre otros factores, origina que busquen mejores condiciones de vida fuera de sus poblaciones y hasta de su país.
Tal es el caso de Jorge Cantú, quien llegó a esta frontera luego de 35 días de haber abandonado su país, Guatemala, y haber soportado frío, hambre, golpes, despojo de propiedades y dinero.
Su intención, como la de muchos de sus compatriotas, es la de internarse a Estados Unidos a través del río Bravo, pues carecen de la documentación legal para hacerlo e ir en busca de una mejor oportunidad de vida.
Narró que desde el inicio de su “aventura”, como él la define, empezó junto a un numeroso grupo de al menos 600 personas, entre hombres, mujeres y niños, todos con la ilusión de llegar a la tierra prometida, Estados Unidos; sin embargo, hasta esta frontera sólo llegaron cuatro personas.
Señaló que de Guatemala se cruzó a Chiapas, entidad en donde dice “empezó nuestro peregrinar, ya que nuestro único delito es no tener documentos para ingresar a México y mucho menos a Estados Unidos, pero no le hacemos daño a nadie”.
Refirió que lo primero es subirse como “mosca” a la “bestia”, es decir, al tren que empezará a acercarlos a la frontera norte y una vez ahí tuvo que aguantar el frío, el hambre, las revisiones e incluso los insultos y pedradas que los pobladores de los lugares les arrojan cuando van pasando.
Aceptó que hay personas y centros de ayuda que los atienden en caso de ir heridos, además de proporcionarles alimento y ropa, forma en que logran soportar las inclemencias de los días y noches que viajan sobre la “bestia”.
Jorge, quien mide alrededor de 1.65 metros de estatura, tez morena, con la marca que los rayos del sol han dejado sobre su rostro y brazos, narra que el trayecto más difícil una vez estando en territorio mexicano, lo vivió en el estado de Chiapas.
“Es difícil todo el camino, ya que en todos lados encontramos de todo tipo de gente, pero en Chiapas los mismos policías locales y de migración son los que nos robaron el poco dinero con el que ingresamos a México, además de ponernos con grupos delictivos para que nos terminen de quitar nuestras cosas”, recordó.
Con la mirada triste y aún aferrado a que su único delito en este país es utilizarlo de paso para llegar a Estados Unidos, lamentó que los policías municipales y estatales de las diversas entidades que atraviesan les quiten sus pertenencias, pues los chantajean y asustan diciéndoles que los van a deportar.
“Cuando ven que el tren se acerca a los pueblos o lugares donde hace paradas, rápido llegan los de migración y la policía local y rodean el tren, empiezan a decir que el que no traiga papeles lo van a detener y que por lo menos pasara ocho días en la cárcel”, dice.
Nos piden que enseñemos nuestras pertenencias y si traemos dinero nos quitan la mayor parte, “no todo, pues mas adelante tenemos que darle a otros policías”, recuerda.
Jorge, quien llegó a las 4:00 de la madrugada a esta frontera, montado en la parte trasera del tren, recordó que desde el pasado 30 de abril tomó la decisión de abandonar a su esposa e hijo de 13 años de edad, para salir en busca de una mejor calidad de vida.
Indicó que es la primera vez que abandona su país, luego de una serie de alzas en los principales productos de la canasta básica, así como los problemas de inseguridad que se viven en la capital guatemalteca, tomo la decisión de salir en busca del anhelado sueño americano.
Recordó que la casa que comparte con Rosa María, su esposa, y su hijo, es pequeña, ubicada en un sector de la clase popular, pero aun así han sido objeto de amenazas, chantajes y extorsiones por parte de grupos delictivos como los “maras”, compuesto por personas de diversas nacionalidades de centro América.
“Estaba consciente que al iniciar esta aventura correría muchos peligros, pero corremos más peligros quedándonos en nuestra propia casa, en donde no tenemos trabajo, en donde somos víctimas de la delincuencia y nadie hace nada, me robaron el equipo para mi trabajo y ahora pues no me quedo más que salirme y buscar el sostén de mi familia” dijo.
De profesión soldador, Cantú dijo que su intención tras haber llegado a esta frontera y recibir el apoyo del personal de la casa del migrante será la de recaudar la cuota mínima, 250 dólares, para pagarla a las personas que se encargan de realizar el trabajo de “pasadores” a través e las aguas del río Bravo.
Hay momentos en que el guatemalteco no logra controlar el tono de su voz, se quiebra aunque evita que alguna lágrima asome, y reconoce que a veces quisiera regresar a su casa debido a todas las situaciones adversas que enfrentan para poder llegar tan solo a la frontera norte de México.
Sin embargo, cambia rápidamente su actitud y se dice orgulloso de haber llegado a la frontera, a Reynosa, en donde a unos cuantos pasos se encuentra la tierra prometida, sin importar los peligros de las aguas del río Bravo, el muro fronterizo, la vigilancia terrestre y aérea.
“En Chiapas empezamos unos 600, entre hombres, mujeres y niños, pero muchos desistieron en el camino, otros más fueron deportados y algunos prefirieron quedarse en alguna ciudad o estado mexicano para seguir juntando dinero”, dijo.
Su rostro se ilumina cuando dice que ya esta más cerca de alcanzar la meta, la ciudad de Houston, Texas, ya que según él, esta considerada como una ciudad que contrata mano de obra ilegal, además de haber facilidades para poder vivir y en donde (asegura) el idioma ingles no es indispensable.
“Además dicen que ahí cualquiera te echa la mano”, señaló de manera esperanzadora.
“Nosotros no molestamos a nadie, aún y cuando no traemos dinero no robamos no dañamos, y aun así los policías solo nos extorsionan en complicidad con el maquinista del tren, pues este se detiene en ciertos lugares en dónde no hay otras autoridades como para pedir ayuda”, dijo.
Agregó que muchos de los migrantes resultan con lesiones o incluso fracturas ya que constantemente tienen que saltar del tren para no ser deportados cuando se aparecen los elementos de migración o bien que perciben algún peligro.
Jorge Cantú mencionó que continuará con su “aventura” sin importar lo que aun tenga que vivir, pues su meta es llegar a territorio estadunidense, en donde empezará una nueva vida para el y su familia.
El titular de la asociación “Senda de Vida”, en pro de los migrantes, Héctor Silva, aseguró que la historia de Jorge Cantú se repite día a día, pues los connacionales como los centroamericanos que llegan a esta frontera con la intención de internarse a Estados Unidos atraviesan por diversas circunstancias adversas a su voluntad.
Comentó que un alto porcentaje de los repatriados acepta retornar a sus lugares de origen, luego de que aquí se les proporciona ropa, alimento, atención médica e incluso psicológica.
“Nos coordinamos con diversas dependencias que nos apoyan con el pasaje para estas personas y buscamos que el proceso sea ágil ya que de lo contrario no podríamos atender a tanto migrante que llega dirimente duramente el periodo de repatriaciones por parte de autoridades norteamericanas”, dijo.
Señaló que no todos lo migrantes aceptan la ayuda y que ellos por su cuenta se regresan a su lugar de origen o bien vuelven a intentar cruzar hacia Estados Unidos en busca del llamado sueño americano en donde muchos en su intento viven diversas vejaciones e incluso pierden la vida.
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