Trabaja para una compañía que le brinda servicio al ayuntamiento de Reynosa. Con sus conocimientos de construcción causa el asombro de propios y extraños. Estando en las obras se convierte en un elemento más.
Reynosa, Tam.-
En medio de una cortina de polvo se asoma una silueta femenina. Lo que pareciera ser una ilusión óptica termina originando la admiración de quienes la ven con su pala preparando mezcla de cemento y cargando botes con grava y arena.
Suelta una carcajada espontánea un automovilista que se detiene a ver cómo la señora Varinia García López, de casi 50 años, trabaja arduamente con el sol a plomo en la pavimentación de calles y construcción de banquetas de esta fronteriza ciudad.
“Que la vean los huev… que andan pidiendo limosna o limpiando vidrios, ella les pone el ejemplo”, espetó.
Desde hace 15 años que esta mujer llegó a la ciudad como madre soltera (originaria de Tamiahua, Veracruz) no ha parado de trabajar.
En base a sacrificios, limpiando casas y, después, empleándose como albañil en las obras, mantuvo su hogar y les dio estudios a sus cuatro hijos, todos ellos ya casados.
En su colonia, la Satélite II de Reynosa, es conocida, más por ser una mujer carismática, por quien construyó su propia casa, junto con su marido, el señor Mauricio Cabrera Sánchez, quien también es albañil y la enseñó a trabajar este oficio.
En términos técnicos lo que la señora Varina sabe es echar plomadas, preparar mezcla, hacer filos, colocar yeso, pegar block, armar cimbras, echar placas, poner cimientos y también cadenas, como cualquier albañil experimentado.
Sobre qué le diría este 8 de marzo, en el Día Internacional de la Mujer, a quienes en un momento difícil sienten que se les cierra el mundo, esta madre trabajadora fue contundente:
“Mi mensaje es que le echen ganas, porque en esta vida todas nosotras podemos luchar y no hay necesidad de buscar el lado fácil, pues yo, que voy a cumplir 50 años el 24 de abril, me siento demasiado mujer para salir adelante”, comentó.
Al final Varinia se queda con la satisfacción de haber llevado el plato a la mesa de sus hijos de una manera honesta y con el sudor de su frente, pero también con los detalles de las personas que le agradecen con gusto porque el trabajo que desempeña luce bien y se quedan contentas.