Reynosa, Tam.-
Comer golosinas, chocolates, refrescos, no es saludable para los niños. El consumo en exceso de azúcares, grasa y sodio, contribuye en que los pequeños suban de peso y eso no es saludable para ellos.
¿Tienen la culpa los padres de familia? Ellos deberían de influir en sus hijos para que tengan una dieta saludable, pero la repetida publicidad en las redes sociales y la televisión no ayuda mucho: la comida “chatarra” es difundida y los pequeños son enganchados para conocerlos.
La Secretaría de Salud al conocer el problema influyó y las etiquetas de los productos ya no aparecen personajes como Gansito, el Osito Bimbo, el Tigre Toño, el Elefante Melvin o el Pato Pascual de los refrescos.
Diputados contribuyeron también para que se hiciera algo en las escuelas: Aprobaron una modificación al artículo 50 de la Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes que también avala sacar los productos ultraprocesados de los planteles.
Además la Ley General de Educación en materia de salud alimentaria en las escuelas, prohíbe la publicidad y venta de comida chatarra en los planteles.
Un estudio publicado por The New York Times asegura que hay gente obesa o con sobrepeso que no presenta complicaciones de salud.
Sin embargo, este tipo de personas “son más propensas a desarrollar enfermedades cardiacas que la gente que está en un peso adecuado”.
Hay muchos que no tiene diabetes, presión arterial alta o colesterol elevado, que tienen una “obesidad metabólicamente saludable”.
Pero también es cierto que tienen un riesgo ligeramente mayor de sufrir un derrame cerebral, hasta un 50 por ciento mayor de presentar enfermedades coronarias.
“El riesgo es de casi el doble de desarrollar fallas cardiacas que la gente sin sobrepeso y una salud metabólica similar”, comentan.
En la Facultad de Enfermería de la UANL han desarrollado programas enfocados hacia la obesidad en los pequeños.
Yolanda Flores Peña, investigadora, sostiene que la ayuda de los padres de es indispensable para realizar cambios dentro de sus hogares.
Ella recomienda hacer una “intervención” dirigida a madres con hijos en edad preescolar para combatir esta problemática.
“Lo que se busca es mejorar las prácticas de alimentación y actividad física; les decimos la importancia del desayuno, de las horas de dormir, la importancia del descanso y de hacer actividad física”, explicó.
Señaló que las madres de niños con obesidad veían que sus hijos tenían peso normal, por ello comenzó a elaborar una acción dirigida a madres con hijos en edad preescolar para combatir esta problemática.
En un curso de cuatro módulos, se trata de preparar a las mamás sobre identificar los problemas de salud, saber medir la masa corporal, promover el consumo de frutas y verduras en lugar de comida chatarra.
“El módulo 4 se llama ‘Yo puedo’, donde trabajamos la autoeficacia, que es un concepto que dice que hay que aumentar la confianza que yo tengo para hacer las cosas. Intentamos decirles a las personas que ellas pueden, que sí lo van a lograr, que sí son capaces de hacerlo”, dijo.
La investigadora dijo que las madres que han participado han tenido cambios al reconocer el peso del hijo, en promover un estilo de crianza balanceado entre la responsabilidad y sus demandas.
Señaló que este método ya se aplica en escuelas de Nuevo León, Tamaulipas, Zacatecas y San Antonio, en Texas.