Aunque no hay una causa única que lo origine se tienen identificados algunos aspectos que influyen en el padecimiento del Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad
Reynosa, Tam.-
El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad puede hacer que a un niño le resulte difícil concentrarse y prestar atención, por lo que un diagnóstico temprano es crucial para ayudar a quienes la padecen.
La psicóloga Judith Aidé André Guerrero, de Freinet Psicología y Educación, explicó que el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad, también conocido como TDAH es un trastorno de carácter neurobiológico que se caracteriza principalmente, por falta de atención, hiperactividad e impulsividad.
Mencionó que, actualmente no hay una causa única que lo origina y a pesar de los estudios que se han realizado, existe incertidumbre con respecto a eso.
“Se asocia a factores genéticos y se dice que existe mayor riesgo en familiares de las personas con TDAH que las que no registran casos en su familia, también están relacionados factores ambientales como nacimientos prematuros, consumo de alcohol durante el embarazo, tabaco u otra droga”, explicó.
¿CÓMO SE MANIFIESTA?
La psicóloga dijo que los síntomas son notorios en la conducta, al principio se caracteriza por falta de atención, lo cual tiene que ver con la dificultad para concentrarse, haciéndolos parecer que no escuchan.
“Otra característica es que les cuesta seguir órdenes e instrucciones y tienen dificultades para organizar tareas y actividades con una marcada tendencia a olvidar y perder objetos”, mencionó André Guerrero.
Añadió que, suelen distraerse con facilidad ante cualquier estímulo por insignificante que sea.
Comentó que, la hiperactividad es la responsable de la gran dificultad para permanecer quietos cuando las situaciones lo requieren, por ejemplo, se levantan, se sientan, no pueden estar quietos, incluso a la hora de comer no lo hacen de corrido y parecen movidos por un motor.
“Hablan en exceso, regularmente en tono fuerte y son ruidosos en general, también son impacientes, tienen dificultad para esperar su turno, dan respuestas precipitadas, quieren ser los primeros y actúan sin pensar”, expuso la entrevistada.
Es a la edad preescolar cuando pueden aparecer los primeros síntomas, es decir, a partir de los 4 años, ya que empiezan a tener actividades donde requieren mayor atención y existe la necesidad de mantenerse quietos.
Algo muy evidente, mencionó, es la dificultad para respetar la autoridad y los límites.
Son embargo, dejó en claro que todos los casos son diferentes y que la severidad de cada uno de ellos puede variar.
Dijo que la vida de un niño con TDAH regularmente es difícil, pero que lo más importante es que se diagnostique para proporcionar el tratamiento adecuado.
“Son niños que por sus mismas características tienen dificultad para adaptarse. En la escuela, pueden tener problemas académicos porque dejan trabajos inconclusos, no copian tareas, algunos de ellos buscan pleito, entre otras conductas y eso los lleva al aislamiento, porque los excluyen o porque ellos mismos se apartan”, apuntó.
Lamentablemente, dijo, estos pequeños a menudo deben enfrentarse al rechazo de la sociedad, ya que son incomprendidos y comúnmente etiquetados como “niños problemáticos”.
AYUDA PROFESIONAL
Es frecuente que el TDAH se confunda con los síntomas del autismo. Para llegar a un buen diagnóstico se requiere una valoración neuropsicológica detallada.
“Se debe tener una visión completa, es decir, de lenguaje, habilidades sociales, atención, comportamiento, estado de ánimo y habilidades motoras para detectarlo”, expuso la psicóloga.
Posteriormente es necesario darle seguimiento al paciente con terapia conductual permanente, ya que es importante el vínculo familiar-profesional-escolar.
Dijo también que es muy importante que los padres entiendan de qué se trata ya que es muy posible que se requiera adoptar un estilo de vida en base a las necesidades y características del niño.
Explicó que el paciente recibirá un tratamiento integral donde intervendrán varios especialistas: el psicólogo se enfocará en la terapia conductual, mientras que el neurólogo pediatra realizará una valoración para determinar el uso de fármacos.
Finalmente comentó que la forma en que los padres pueden ayudar a sus hijos es informándose, además de ser
constantes y perseverantes en el tratamiento.
“Es una tarea que dura años, el apoyo de ellos es fundamental, recordemos que no es una enfermedad por lo tanto no se cura, es un trastorno y se puede controlar”, enfatizó.