Monterrey, N.L.-
La pasión de mi abuela eran las plantas. Interés y pasatiempo que no compartí con ella mientras vivió.
A lo largo de los años fue reuniendo una modesta pero significativa colección de macetas de la que se sentía particularmente orgullosa, sobre todo de una planta llamada Julieta, de hojas acorazonadas verdes y amarillo, es una planta de sombra, es decir de interior, muy resistente y que requiere de poco cuidados, otra de su preferencia eran los geranios que se la habían traído de España.
Aunque yo no compartía esa afición, de vez en cuando me hacía cambiarles de maceta más grande y también la tierra con abono, que se la compraba a un señor de carretón que gritaba “tierra para las macetas”.
Ocasionalmente me hacía regar las macetas por la noche, mientras ella cantaba canciones de la iglesia.
Siempre se ha sabido que a las plantas hay que hablarles, mi abuela lo sabía muy bien, decía que si no les hablas las plantas se secaban. De hecho, me gustaba que lo hiciera porque veía a mi abuela feliz y contenta hablando con ellas.
Cuando estaba en primaria recuerdo una lección que recomendaba que hay que sacar las plantas de las habitaciones, porque la fotosíntesis se produce por las noches.
Salvo personas como mi abuela, los botánicos o los vegetarianos, la mayoría de los seres humanos tenemos poco interés más en las plantas. Las consideramos como ornato de la naturaleza.
Son seres pasivos, incapaces de moverse, sin personalidad propia, que viven una vida inconsciente más o menos larga, pero carentes de acontecimientos vitales interesantes, su vida hace de los vegetales seres vivos de segunda, por debajo incluso de los animales no humanos, que antes nos atrevíamos a llamar inferiores. Este menosprecio es un craso error.
Recientemente han ido apareciendo evidencias de lo equivocados que estamos.
La microbióloga Mamta Rawat, directora de programa en la Fundación Nacional de la Ciencia (NSF), afirma que ya se demostró que las especies vegetales emiten sonidos ultrasónicos para comunicarse y reaccionan a su entorno, se comunican por medio de sus raíces, tallos, hojas, flores y frutos. (National Geographic,1923).
Las hojas también detectan depredadores o cambios en la luz y el sonido, y las raíces vigilan las condiciones del subsuelo: los problemas con los nutrientes, el agua y los depredadores.
Las señales eléctricas viajan a través del movimiento de sustancias químicas en los tubos, explica la bióloga. Por ejemplo, las raíces detectan la sequía e indican a las hojas para limitar su transpiración y ahorrar agua.
Estas investigaciones sobre el microbioma de las plantas podrán ayudar a entender más la vida vegetal y dar crédito a nuestras abuelas, que parece ser, ya lo sabían y lo entendían muy bien. (Con información del Dr. Manuel Torres Nájera)
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Plants do talk
By Dr. Manuel Torres Najera
Monterrey, N.L.-
My grandmother’s passion was planted. Interests and hobbies that I did not share with her while she lived.
Over the years, she was gathering a modest but significant collection of pots of which she was particularly proud, especially a plant called Julieta, with green and yellow heart-shaped leaves, it is a shade plant, that is to say, an indoor plant, very resistant and that requires little care, another of his preferences were the geraniums that had been brought to him from Spain.
Although I did not share that hobby, from time to time he made me change a larger pot and also the soil with fertilizer, which he bought from a man with a cart who shouted “Soil for the pots”. Occasionally she would make me water the pots at night, while she sang church songs.
It has always been known that you have to talk to plants, my grandmother knew it very well, she used to say that if you don’t talk to them, the plants would dry up. I liked that she did it because I saw my grandmother happy and content talking to her plants.
When I was in elementary school I remember a lesson that recommended that you have to take the plants out of the rooms, because photosynthesis occurs at night.
Except for people like my grandmother, botanists, or vegetarians, most human beings have little other interest in plants. We consider them as an ornament of nature.
They are passive beings, unable to move, without their personality, who live a more or less long unconscious life, but devoid of interesting life events, their lives make second-class living beings out of vegetables, even below non-human animals, which before we dared to call inferior. This contempt is a big mistake.
Evidence of how wrong we are has recently been appearing.
Microbiologist Mamta Rawat, program director at the National Science Foundation (NSF), says that it has already been shown that plant species emit ultrasonic sounds to communicate and react to their environment, they communicate through their roots, stems, leaves, flowers, and fruits. (National Geographic, 1923).
The leaves also detect predators or changes in light and sound, and the roots keep an eye on conditions below ground: problems with nutrients, water, and predators.
The electrical signals travel through the movement of chemical substances in the tubes, explains the biologist. For example, roots since drought and tell leaves to limit their transpiration and save water.
These investigations on the microbiome of plants may help to better understand plant life and give credit to our grandmothers, who apparently already knew and understood it very well. (With information of Dr. Manuel Torres Najera)