Tula, Tamps. Julio 26.-
Desde la comunidad del Ejido Gallos Grandes, enclavada en lo más alto de la Sierra Madre, un hombre ha logrado rebasar las fronteras y mostrar su trabajo artesanal en ciudades del Valle de Texas, poniendo en alto el nombre de Tamaulipas.
Se trata de Celestino Montelongo, un campesino que gracias a su habilidad para trabajar el otate, que es una especie de carrizo que se da en esta comunidad, ha logrado cruzar la frontera sin necesidad de irse de mojado.
“Desgraciadamente en estos viajes he visto que la artesanía tamaulipeca es mucho más reconocida en Estados Unidos que en México, ya que allá sí se le da un verdadero valor a lo que se produce en las comunidades rurales de Tamaulipas”, afirma.
Como ejemplo, señala que en Harlingen, San Antonio y San Benito
en el estado de Texas, en donde ha expuesto sus artesanías, uno de
sus productos se cotizan hasta en 40 dólares, cuando en México no se
puede vender por arriba de los 100 pesos, porque nadie lo compraría.
“Por un cesto artesanal, en las ciudades estadunidenses los extranjeros llegan a pagar hasta cuatro veces más de lo que se puede vender en México”, indica.
Por eso considera que es urgente que el gobierno impulse programas de apoyo a los artesanos tamaulipecos, para que puedan comercializar su trabajo en otros países.
Montelongo vive en una de las comunidades rurales más lejanas, ya que el ejido Gallos Grandes se ubica a más de tres horas de camino de terracería de la cabecera municipal de Tula.
El artesano comenta que para él ha sido una gran experiencia viajar a diferentes lugares del país y de Estados Unidos, mostrando su trabajo.
“Yo me dedico a la elaboración de artesanías con un carrizollamado otate, que es una práctica ancestral que ha pasado de generación en generación”, abunda.
Recuerda que su abuelo le enseñó a trabajar y moldear estaplanta con la cual logra producir sombreros, canastos, bolsas y tortilleros, entre muchas otras obras artesanales.
Reconoce con tristeza que los jóvenes ya no están interesados en aprender este oficio y prefieren irse a Estados Unidos o a las grandes ciudades de la frontera a trabajar, para mejorar su calidad de vida.
Señala que en su comunidad hay como 60 familias, pero solo la suya continúa realizando este tipo de trabajos artesanales.
Comenta que la naturaleza lo provee de la materia prima que necesita para realizar su trabajo, aunque tiene que esforzarse por conseguirla.
El otate, explica, es una planta de carrizo, de cinco metros de alto que se da en la sierra, “por lo que tengo que caminar hasta un kilómetro para conseguirla, la cual traslado hasta mi casa donde comienzo a trabajar desde temprana hora. Se corta en tiras delgadas y se pone a secar para que pueda ser más manejable”.
“Hacemos floreros, tortilleros, canastos, canastas, cestos, platos para frutas, sombreros y otros productos moldeados con esta planta, la cual permite realizar una gran variedad de artículos”, explica.
Añade que los cestos son los más laboriosos por su tamaño, ya que en uno grande se tienen que invertir entre tres y cuatro horas detrabajo. Este es un arte, dice, que no es muy apreciado en México.
“Muy pocas personas saben reconocer el esfuerzo que tienen que hacer los artesanos para elaborar este tipo de productos, lo que origina que muchos se vean obligados a venderlos a precios muy bajos”, lamenta.
Insiste en que es necesario que exista mayor promoción por parte de las autoridades estatales para dar a conocer todo lo que se hace en las comunidades rurales de Tamaulipas y se compense el esfuerzo que se imprime en cada pieza.
Dice que una propuesta sería crear un centro artesanal en alguna ciudad de Texas, donde se expongan y puedan comercializar a buen precio todos los productos de los artesanos de Tamaulipas.
Puntualiza que con ello se mejoraría la calidad de vida de muchas familias que se esfuerzan por realzar el nombre de su estado con su traba
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