Ciudad Mier, Tamps. / Junio 27.-
Los daños causados por el crimen organizado a este Pueblo Mágico aún persisten. Ello, a pesar de que el monumento a la entrada de esta frontera fue reparado y pintado, se taparon los hoyos en su estructura por los cientos de balas que le fueron disparados; las casas fueron remozadas; su quiosco porfiriano hecho de hierro se observa reluciente; la comandancia de Policía ya no luce los estragos de cuando fue incendiada; el poblado se ve limpio, pero… no hay casi nadie para verlo.
De sus alrededor de 7 mil habitantes originales quedan pocos. Hoy, la mayoría se encuentra en ciudades vecinas o cruzaron la frontera. Familias enteras esperan que cese el clima de violencia que se vive desde hace 16 meses en la frontera tamaulipeca.
El panorama actual es diferente al de noviembre de 2010, cuando la ciudad mostraba el paso de pistoleros del crimen organizado que destruyeron todo: dispararon contra los muros, puertas, ventanas, quemaron la estación de Policía, dejaron basura por doquier, hicieron pintas amenazantes y saquearon el pueblo.
Hace poco más de medio año, se suspendieron clases, la economía se vino abajo, los ranchos agrícolas y ganaderos fueron abandonados. Excepto la Iglesia de la Purísima Concepción que sufrió pequeños daños, pero no hubo quien no perdiera algo en este pueblo durante lo más álgido de la ola de violencia que se vivió aquí y produjo balaceras casi a diario.
Ahora la ciudad trata de recuperarse, según se puede ver en un recorrido a bordo de unidades de la Secretaría de Marina (Semar) y cuyos elementos en los últimos tres meses lograron, junto con federales y estatales, recuperar la tranquilidad en este sitio fundado en 1753.
Las tiendas de abarrotes reabrieron, algunas personas ya caminan por las calles y por momentos el ambiente huele a comida recién hecha, sin embargo, mucha familias están aún ausentes.
La Semar realiza constantes patrullajes para recuperar la tranquilidad y los habitantes retornen a sus casas, empresas, negocios y a las escuelas… para que vuelva la magia que hizo que en diciembre de 2007 se declarara dentro del catálogo mexicano de Pueblos Mágicos.
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