En un comunicado cuyo contenido se conocía desde el fin de semana, pero que se alargó su difusión hasta la mañana de este martes, el Partido Acción Nacional oficializó la candidatura de Francisco Javier García Cabeza de Vaca para contender por la gubernatura de Tamaulipas.
El PAN perdió, porque hizo a un lado a sus militantes. Retórica, retórica y más retórica, todo fueron palabras vacías para terminar en un proceso antidemocrático, oscuro y amañado. Anteriormente el PAN pregonaba la democracia como un valor intrínseco. Sin embargo, en Tamaulipas hizo a un lado la opinión de sus miembros y decidió utilizar el famoso “dedazo”, igual como lo ha hecho el PRI en sus épocas más oscuras, para nombrar a su elegido.
El PAN perdió porque hizo oídos sordos. El fin de semana, Margarita Zavala publicó una carta de reflexión hacia el PAN, donde advertía del riesgo de postular a candidatos con mala imagen pública y nexos con delincuentes. Sin embargo, precisamente es lo que hizo la dirigencia del PAN.
Entre tantos miembros que tiene el PAN, hay muchos hombres y mujeres con una trayectoria honrada que habrían hecho un digno papel como candidatos, pero prefirieron nombrar al candidato más cuestionado dentro y fuera del país. García Cabeza de Vaca ha sido vinculado en México y Estados Unidos con hechos delictivos. En cualquier otra democracia moderna, poner a un candidato con tan mala imagen habría sido inadmisible e imperdonable por los miembros del partido y por la ciudadanía.
El PAN perdió porque cada vez más se ha alejado de los principios de sus fundadores, y se parece más a lo que hace muchas décadas criticó: la imposición, el atropello, la lejanía de los partidos con el ciudadano. La corrupción carcome por dentro al sistema político en México, desde los partidos grandotes y viejos hasta los más verdes.
Las candidaturas políticas ahora parecen más un “commodity”, como llaman en economía a cualquier mercancía que está a la venta… al mejor postor.
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