Reynosa, Tam. / Julio 16.-
Hace más de 200 años se consolidó la manufactura de una de las vestimentas más representativas de México en el mundo.
“El sarape” es confeccionado con hilos entrelazados de distintos materiales y colores que a mediados del siglo XVIII tenía el singular propósito de cubrir a los indios de la temperatura extremosa del norte del país.
Con el paso de los años el sarape ha adquirido un segundo designio; se ha convertido en símbolo de tradición.
Existen muchas versiones sobre el origen del sarape y el lugar en donde fue confeccionado por primera vez.
Primero es importante conocer el origen de su nombre, según investigadores del Museo del Sarape y Trajes Mexicanos la palabra puede venir de “harapo” ya que originalmente era una prenda utilizada por los indios y era de estilo humilde, sin embargo debido a sus bellos diseños coloridos los europeos los empezaron a usar. También dicen que puede provenir de un pueblo persa llamado Serapi en donde confeccionaban tapetes con una técnica similar en donde utilizaban la palabra “zaräbiy” que significa tapete fino de muchos colores y de ahí se deriva la palabra portuguesa “sarapintado”. Una tercera teoría es que viene de la palabra “tzalanpechechitl” en donde tzalan significa tejido y pechechitl manta gruesa y se ahí las derivaciones que son “tzalanpe, zalape, sarape”.
En cuanto al lugar donde fue confeccionado por primera vez los historiadores se remontan a la época de la conquista cuando alrededor de 400 familias tlaxcaltecas salieron de sus residencias del centro del país dirigiéndose hacia el norte acompañados por los españoles.
Se instalaron en un lugar llamado San Estaban de la Nueva Tlaxcala que tenía sus límites con una acequia que colindaba con Villa de Santiago de Saltillo en donde residían los españoles.
Esta comunidad de familias tlaxcaltecas se establecieron y empezaron a formar un patrimonio mediante la construcción de chozas. Dentro de sus principales actividades económicas era la ganadería de ovejas y borregos.
De sus ganados obtenían el material necesario para realizar los tejidos rectangulares que les servían de vestimenta.
Ellos comenzaron con la elaboración de estas prendas conocidas por los náhuatl como “acocemalotic-tilmatli” que significa manta arco-iris y que tenían características muy específicas.
Dentro de las investigaciones realizadas por el Museo Franz Mayer sobre el sarape se encontró que las medidas de este textil de forma rectangular era de 1.20 metros de ancho por 2.40 metros de largo.
“Tiene un patrón de diseño tripartita que consta de un elemento central dominante –un diamante o un medallón- que abarca el área entre la espalda y el pecho, un marco de 5 a 10 cm alrededor del tejido en colores y diseños afines al motivo central y un fondo contrastante con pequeños diseños repetidos”.
El material que utilizaban era algodón para la urdimbre, que es un conjunto de hilos que se colocan en un telar para formar un tejido, la trama era de lana.
“La densidad del tejido, es decir la cuenta de hilos de la trama y la urdimbre por centímetro, fluctúa entre 32 y 63 hilos en la trama y 6 y 11 en la urdimbre, convirtiéndolo en una capa impermeable”.
Cada sarape es confeccionado a mano y debido a que es una práctica tan laboriosa se tomaban un año aproximadamente para su producción. El sarape es reconocido por su proceso artesanal muy hacendoso y por el hecho de que los materiales son delicados y muy finos, cosa que determina el alto precio del mismo.
Aún y cuando el origen del sarape es todavía incierto debido a que se encuentran otros estilos de sarapes en distintos lugares de México, en el extranjero es reconocido como Sarape de Saltillo debido a que en esta ciudad se realizaban diseños con alta calidad y en donde se hicieron populares, tanto que llegaron a influenciar la realización de sarapes en otros lugares de la República Mexicana como San Miguel de Allende, Guanajuato y San Luis Potosí. La realización del diseño del sarape tiene varios orígenes.
“Es producto de la mezcla del arte de tejer de los moros españoles, tlaxcaltecas y los habitantes de Jalisco” piensa Ana María Mendoza Oyarzábal dueña de uno de los pocos talleres que permanecen en Saltillo llamado El sarape de Saltillo, que es la tercera generación de uno de los primeros talleres llamado Sarape Charro, en el cual realizan sarapes con distintos colores y tipos de hilos finos.
Otra de las razones por las cuales el sarape es relacionado con Saltillo es porque en septiembre en Villa de Santiago de Saltillo “se realizaba una gran feria anual para honrar a San Mateo, y que mucha gente acudía a Saltillo a comprar sarapes finos”. Es así como obtiene popularidad y se distribuye a lo largo de México. Otra razón es el mestizaje cultural que se dio alrededor de México y que nos proporciona una identidad nacional ya que se crearon obras de arte tales como los sarapes.
Y no solamente se vieron en Saltillo estos intercambios de diseño y de conocimientos sobre los textiles. En todo México se realizaron prendas similares al sarape conocidas como ponchos, capote, jorongo o capa.
Avanzando en la cronología del sarape, expertos del Museo Franz Mayer descubrieron que la primera referencia documentada del término “sarape” aparece en el diario de fray Agustín de Morfi quien, en 1777 narra su visita a la Hacienda de San Francisco de los Patos cerca de Parras, Coahuila.
Dice que ahí “hacen mantas, zarapes, paño de lana y frezadas” después de esto el sarape tiene mucho auge ya que durante la época de la independencia personas conocidas como “chinacos” que eran vaqueros que luchaban por sus tierras tenían la costumbre de usar sarapes para cubrirse del viento y acampar.
A partir de 1847 a 1867 la línea divisoria entre los hacendados y estos vaqueros se ve difuminada y “fue precisamente el sarape el símbolo que unificó su orgullo e identidad en la lucha por la soberanía mexicana”. Una vez consolidada la independencia de México los hacendados crean la figura del charro que conmemoraba los tiempos de lucha de una manera elegante y que se sigue practicando hasta la fecha, utilizando como elemento esencial de indumentaria al sarape.
Durante las guerras contra Estados Unidos, Francia y la Revolución los mexicanos llevaban el sarape como insignia y lo utilizaban de distintas maneras, lo llevaban como poncho, o sobre el hombro, lo utilizaban como chal, de cobija, almohada, para cubrirse de la lluvia, en la cuna de los niños y cuando se realiza como producción industrial se utiliza dentro de las casas como adorno o alfombras.
El sarape no solamente servía para el uso personal ya sea como accesorio o adorno; también ha sido regalo de muchos gobernantes mexicanos a otros dirigentes.
Se dice que Santa Anna regaló uno a Sam Houston cuando firmaron el Tratado de Guadalupe Hidalgo y que Maximiliano y Carlota enviaron uno a Napoleón. No solamente se regalaban durante el siglo XVIII, este tipo de obsequio se sigue practicando. Un tejedor artesanal llamado José Espiridión Zendejo Reyes elaboró uno que le dio como obsequio al Papa Juan Pablo II.
En la actualidad los sarapes dejaron de ser confeccionados como antes ahora la manufactura puede ser con tres tipos de telares; el de cintura que es utilizado por mujeres tejedoras, el telar de estacas y el telar de pedales, que sirve para realizar sarapes de mayores dimensiones mucho más rápido, y se realizan de manera industrial o en talleres y en diseños que van desde el clásico sarape de Saltillo a muchos más con imágenes de personalidades importantes, paisajes o conmemorando un evento especial.
Mendoza Oyarzábal dice que cada pieza es original y única, ninguno es igual a otro, aunque en esencia todos llevan, tejidos entre hilos de lana, una gama de 40 tonalidades. La familia Mendoza Oyarzábal es reconocida por realizar sarapes desde hace mucho tiempo y han sido reconocidos con premios internacionales y el Museo Franz Mayer utilizó sus sarapes en una exposición temporal.
Esta prenda utilizada por los hombres de la comunidad ha sido comparada con el rebozo de la mujer ya que se ha convertido en todo un emblema nacional.
Tanto los turistas que vienen a México como los que se encuentran en sus países piensan sobre el sarape como uno de los símbolos o imágenes representativas de México junto con el sombrero.
Y es por eso que cuando vienen se llevan a sus países recuerdos de sarapes de distintos tamaños y con diferentes diseños y colores ya sea como vestimenta o como adorno. Los viajeros no solamente compran la prenda si no también pinturas y fotografías que ilustran el uso del sarape por la sociedad mexicana a lo largo de la historia.
Los sarapes son reconocidos en todo el mundo y son descritos por especialistas del Museo Metropolitano de Arte en Nueva York como “prendas caras y con mucho prestigio dentro de la sociedad mexicana debido a su fino tejido, colores vivos y armonía en el diseño”.
Algunos de los diseños de los sarapes de Saltillo son exhibidos en distintos museos de México y del mundo. El sarape ha sido motivo de tanta investigación que se instauró un Museo del Sarape y Trajes Mexicanos ubicado en Saltillo Coahuila, cuna de su auge. En donde se mencionan sus orígenes e historia y se tienen distintos ejemplares de distintas épocas y estilos.
“Para saber si un sarape es de Saltillo, dice el historiador Carlos Manuel Valdés, es necesario que dos personas lo tomen por las puntas y una tercera vierta agua sobre el. Si el agua no se trasminaba entonces era un sarape auténtico de Saltillo”. Expertos en al materia dicen que la calidad del sarape viene directamente relacionada con la calidad del material, en este caso la lana, ya que proviene de borregos que han sido criados en el frío; de la misma manera en que lo hacían las familias tlaxcaltecas que se instalaron en San Esteban de la Nueva Tlaxcala.
Aún y cuando el sarape es parte de nuestra soberanía y nuestra identidad nacional, en las últimas décadas se ha perdido la práctica de su producción a mano. En un esfuerzo por recuperar, fomentar y continuar con esta actividad artesanal, que es el símbolo de la ciudad y que también forma parte de la indumentaria que simboliza al mexicano, se construyó una escuela que es complementaria al Museo del Sarape y Trajes Mexicanos.
La Escuela del Sarape tiene el objetivo de que los saltillenses y coahuilenses puedan aprender a hacer sarapes para que esta tradición no se pierda y siga vigente.
Claudia Rumayor, directora del museo, reitera la importancia de rendir homenaje a la identidad mexicana y saltillense formando una institución que salvaguarde estas costumbres y tradiciones.
El sarape de Saltillo tiene un gran recorrido detrás de su historia, que es rico en cultura, arte e identidad.
Desde sus inicios hasta la actualidad el sarape ha sido motivo de gran admiración por conocedores y por mexicanos que sienten una relación hacia lo que representa el sarape.
Lo que permanece y hace que su historia sea más fructífera son todos esos finos diseños y coloridos tejidos que nos han dejado los antepasados tejedores artesanales quienes han contribuido a que se cree un patrimonio y un legado digno de ser admirado invitando a las nuevas generaciones a intentar rescatar esa y muchas más tradiciones y costumbres que hacen a nuestro país, un México reconocido por su riqueza cultural histórica y por su gente tradicionalista que día con día vive una soberanía nacionalista caracterizada por un pasado lleno de testimonios.
Redactó Regina Cárdenas, alumna de LCC del Tec de Monterrey.-
Fuentes:
– Museo del Sarape y Trajes Mexicanos, Saltillo Coahuila.
– Avilés, Sergio. Guía Turística Coahuila, espejismo pleno.
– El sarape de Saltillo, una prenda artística en peligro de extinción, Revista Opción. Marzo, 2008.
– El sarape de Saltillo. Enigma y huella. Museo Franz Mayer. Obtenido en http://www.mexicodesconocido.com.mx/notas/3896-El-Sarape-de-Saltillo.-Enigma-y-huella-(Distrito-Federal)
– Gómez, Jorge. El sarape. Obtenido de http://www.mexicodesconocido.com.mx/notas/4000-El-Sarape
– Suárez, María Cristina, Sarape. Obtenido de México en el Tiempo # 28 enero / febrero 1999
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