Matamoros, Tam.-
Los enfrentamientos volvieron a hacer de este municipio un escenario de terror y desasosiego público, desnudando nuevamente los problemas de ingobernabilidad que afectan a la frontera de Tamaulipas.
Las horas posteriores a las balaceras dejaron una ciudad desierta. Hubo gente que corrió, que tiró las bolsas del mandado, que gritó despavorida, que abrazó a sus hijos, que lloró, que se atemorizó, que terminó en la tierra, sintiendo las pulsaciones de su ritmo cardiaco y después, cuando pudo, se resguardó en sus viviendas.
Las redes sociales se convirtieron en la ventana para exhibir las que parecieron tomas de una película de acción, pero no, es el mundo real: cuatro personas muertas y una localidad entera, en pánico, fue el saldo de la conflagración.
Ni aún porque en sexenios pasados le declararon la guerra al crimen organizado, con un Ejército de 200 mil hombres, se pudo erradicar la violencia en México. Por el contrario, se exacerbó.
El gobierno actual ofreció amnistía, pero los delincuentes tampoco han querido tomarla. Es por esto que, a decir de los habitantes, algunas veces vivir en la frontera es como lanzar una moneda al aire.
Para ellos el futuro sigue siendo incierto y el domingo 17 de octubre no hubo otro tema más comentado en Matamoros que ese.
Hoy lunes, el día después de los tiroteos suscitados en varios puntos de la localidad, la plegaria de los ciudadanos es comenzar una semana de labores cotidianas regresando con bien a casa. Sólo eso.