Londres, Ing.-
La lucha para combatir el Covid-19 ha supuesto un progreso sin precedente en la labor científica. Este es el caso de la sobreproducción de tratamientos preventivos para inhibir los síntomas de la enfermedad, por lo que los investigadores ya trabajan en el diseño de un tipo de vacuna que no tengan que mantenerse en refrigeración, ya que este condicionante ha limitado la importación y alcance para muchas regiones en el mundo, que no cuentan con los sistemas de refrigeración adecuados.
Para estos efectos, académicos de la Universidad de Bath, en Inglaterra, han trabajado en el diseño de inóculos que no tengan que mantenerse en temperaturas frías, pues hasta la fecha, países como Republica de Malí y Bangladesh, en África Occidental y Asia del Sur, respectivamente, carecen de instalaciones con refrigeraciones adecuadas en un 90%.
Esto supone un serio problema frente al combate del nuevo coronavirus, ya que al momento, la inmunización colectiva es una de las alternativas para esperanzadoras para comenzar a considerar el principio del fin de la pandemia.
“Creo que estamos en el límite de cuántas personas podemos vacunar usando cadenas de suministro refrigeradas”, consideró Asel Sartbaeva, química del centro de estudios del Reino Unido.
Una publicación de “Science”, expone que los expertos apuestan por la creación de una “jaula” molecular que ayude a estabilizar la temperatura de distintos tipo de vacunas -y no sólo el biológico que combate al SARS-CoV-2 pues existen una diversidad de enfermedades infecciosas que, en la actualidad, prevalecen como parte de un problema de salud pública.
De acuerdo a la científica, quien desde hace 15 años se ha preocupado por buscar alternativas para ayudar a quienes no pueden costear la compra de vacunas, la mayoría de los sueros incluyen biomoléculas o formas debilitadas de patógenos que, al no mantenerse en las temperaturas que requieren, “comienzan a desmoronarse”.
Hay algunos sueros, como es el caso del de AstraZeneca y Johnson & Johnson, que han sido liofilizados, deshidratando la sustancia que los conforma, o suspendiendo sus soluciones para estabilizarlos. Si bien, pueden mantenerse hasta 12 horas en temperatura ambiente, aún requieren de ser refrigeradas entre 2 ° C y 8ºC, equivalente al enfriamiento de un refrigerador convencional. Lo que sigue siendo inviable para muchas poblaciones con recursos bajos.
La integrante del Royal Society University Research manifestó que está no es una solución, ya que de encontrar la forma de no mantener frías las vacunas, “los resultados pueden cambiar el mundo”.
El impacto de crear una vacuna resistente al calor
Para dimensionar los alcances que esta innovación implicaría, la experta recordó que durante la década de 1970, la liofilización de una vacuna contra la viruela logró que se mantuviese estable a altas temperaturas, durante meses. Este logro fue esencial para erradicar los efectos que esta enfermedad produjo mundialmente.
Hasta la fecha, los científicos tienen diferentes estrategias para crear vacunas que puedan combatir el calor. Una de ellas busca modificar las soluciones químicas y otra más, refiere a nuevos métodos de administración, distintos a la vía intramuscular.
“La estrategia que funcione mejor depende en gran medida del ingrediente activo de la vacuna: ARN, ADN, virus o bacterias vivos o inactivados, o partes del patógeno como péptidos o proteínas”, reconoció la especialista en el estudio de átomos y moléculas intersticiales.
Para entender la diferencia, Maria Bottazzi, microbióloga del Centro para el Desarrollo de Vacunas del Texas Children’s Hospital, explicó que las vacunas a base de proteínas son relativamente estables. Pero otros tipos, como las vacunas virales vivas atenuadas, son especialmente susceptibles a los cambios de temperatura.
“No hay una fórmula mágica”, aseguró.
Sartbaeva ha propuesto la estabilización de las vacunas a través de jaulas de sílice, pues este material que se localiza alrededor de las proteínas de las vacunas, evitan que el calor se despliegue.
“Lo bueno de la sílice es que es bastante maleable, lo que permite un ajuste perfecto”, aseguró.
Las jaulas de sílice podrían mantenerse a temperatura ambiente y durante dos horas a 80ºC, aseveró la científica, que junto con su equipo de investigación, probó un tipo de vacuna no refrigeradas contra la difteria en ratones, las cuales fueron efectivas pues activaron la respuesta inmune de los roedores.
La investigadora reconoció que aún quedan muchos obstáculos por enfrentar, antes de obtener este tipo de vacunas pero se mostró optimista, al expresar que dentro de 10 años las campañas de vacunación no se verán tan obstaculizadas por el calor.
Sin embargo, se encuentran también las vacunas de carácter de ARN mensajero (ARNm), que son la nueva promesa dentro de los laboratorios de las farmacéuticas y las empresas biotecnológicas, como lo son los tratamientos de Pfizer y Moderna. No obstante, dependen por completo de la refrigeración, por lo que Sartbaeva teme que los subsidios sean dirigidos sólo a este tipo de tratamientos.
“Es posible que una vacuna estable a la temperatura no llegue a tiempo para la pandemia actual pero mientras el mundo se prepara para la próxima, eliminar la cadena de frío será absolutamente una prioridad”, aseguraron los expertos.