Matamoros, Tam.-
Jesús “G” permaneció prófugo por un crimen que cometió en el año lejano de 1997. Originario del estado de Michoacán llegó a Tamaulipas limpiando solares.
Una familia del municipio de San Fernando le dio cobijo. Jamás imaginaron que este hombre de inofensivo aspecto les arruinaría la vida.
De acuerdo con la carpeta de investigación comía de su mesa y dormía debajo del mismo techo, pero a Jesús nada de eso le importó.
Una mañana de miércoles, en un día que parecía normal, le pidió al niño de esa casa que lo acompañara. Transcurrían las vacaciones de verano y el menor no estaba yendo a la escuela.
Pero sus intenciones no eran buenas y nadie pudo imaginarlo. Ambos salieron de aquella vivienda de la colonia Loma Alta, pero ninguno de los dos regresaría.
Aprovechándose de su inocencia el hombre sacó al infante de la zona urbana y lejos del bullicio de la gente; luego lo introdujo en un terreno baldío y ahí se aprovechó de él.
Nadie pudo escuchar los gritos desesperados de su víctima, a la que, no conforme, le quitó la vida. Con las herramientas de trabajo que llevaba ocultó el cadáver y, enseguida, emprendió su fuga.
La tarde llegó, pero ellos no. La familia del niño tenía una fuerte premonición. Antes que se hiciera de noche los estaban buscando, pero ningún rastro de ellos había.
Fueron ante las autoridades y después de un patrullaje exhaustivo, al que se sumaron algunos vecinos, les fue posible encontrar la desgarradora escena.
Este crimen cimbró a la sociedad sanfernandense. Todavía no se propagaban las muertes del narcotráfico que vinieron tiempo después.
Jesús, en tanto, pasó a ser uno de los delincuentes más buscados, pero absolutamente nadie sabía su paradero.
Como pudo arribó a la fronteriza ciudad de Matamoros, Tamaulipas, donde pasó desapercibido. Encontró un trabajo y un lugar para vivir.
A principios de este mes de febrero, casi 25 años después, le detuvieron.
Los detalles de su arresto y oficio fueron omitidos por las autoridades, que le han girado la vinculación a proceso.
A excepción de la familia agraviada, aquel atroz asesinato, parecía que había sido olvidado en la memoria popular, pero en los anales judiciales estaba pendiente de resolver este delito ocurrido el 9 de julio de 1997.
La justicia tardó en llegar, pero al final a Jesús “G” lo alcanzó y ahora tendrá que responder ante la ley por haber atacado de una manera tan cruel a una inocente criatura.