Cd. de México.-
La realización de algún tipo de actividad física reduce hasta 75 por ciento el efecto genético de FTO, un gen vinculado con la masa de grasa y la obesidad en el índice de masa corporal (IMC), sugiere un nuevo estudio.
La investigación, que duró tres años y la realizó la Escuela de Medicina Michael G. DeGroote de McMaster en Ontario, Canadá, analizó los datos de hasta 17 mil 400 personas de seis grupos étnicos, provenientes de 17 países.
La edad media de los partícipes fue de 52.7 años y la distribución por número fue 53.9 por ciento europeos, 18.9 por ciento de latinos, 15.8 por ciento de surasiáticos, 7.2 por ciento de africanos, 2.9 por ciento de nativos americanos y 1.3 por ciento de asiáticos del este.
El estudio evaluó la asociación entre la conducta de actividad física y la obesidad con el uso de medidas básicas y precisas de actividad física, a su vez, el IMC se comparó con el índice de adiposidad corporal desarrollado de manera reciente.
Los científicos observaron que la interacción entre 14 rasgos genéticos relacionados con la obesidad y el efecto del ejercicio disminuyen el efecto genético de FTO de manera sustancial.
“En términos biológicos, la asociación es plausible: FTO es una demetilasa de ácido nucleico, y la variación en el primer intrón del FTO está asociada con diferentes perfiles de metilación y variación en IMC”, explican los científicos, de acuerdo con un comunicado.
“Debido a que la metilación del ADN es sensible a cambios ambientales como la actividad física y la dieta, se cree que hay una fuerte lógica biológica para identificar IGA con FTO”, agregan.
Los estudios establecen que la actividad física puede cambiar la metilación y el patrón de la expresión mRNA (código genético), incluyendo el FTO, tanto en el tejido muscular como en el graso, resultados que podrían ayudar a las personas con genes de predisposición a la obesidad para que hagan algo al respecto.
“Estos prometedores resultados nos alientan a investigar cómo factores de estilo de vida adicionales, como dieta, estrés y patrones de sueño, pueden tener impacto en la predisposición genética a la obesidad”, agregó el especialista David Meyre, quien participó en el estudio.
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