Monterrey, N.L.– Rosa María Robles dejó su sangre, rabia y dolor en el Altar de Muertos que montó en el interior de la Casa Universitaria del Libro.
Sólo así dejó su huella, con el afán de mover fibras y sensibilizar al público para que no permanezca indiferente ante la impunidad que reina en México.
En este performance participaron además 14 voluntarios cuya sangre fue donada para vertical sobre el altar que también representa el grito de denuncia que hace la artista nacida en Culiacán, Sinaloa desde su trinchera. Ella utilizó antes su sangre hace dos años cuando trajo a Monterrey su exposición “Navajas”.
Y ya lo había advertido Robles un día antes de la presentación de su obra, que fue el pasado miércoles 29 de octubre: “Este altar no es tradicional, es lúgubre”.
En el espacio donde se encuentra ahora la instalación “País de Fantasmas”, suele haber una cantidad importante de libros. El visitante se sorprenderá con un altar que le provocará diversas emociones.
A manera de pirámide de cuatro niveles, Rosa María Robles colocó 365 veladoras que representan todos los días del año en que se cometen asesinatos en todo el país.
Un féretro transparente descansa sobre esta base iluminada y cubierta por un manto blanco, que en el momento de la presentación ante los medios de comunicación y asistentes, los voluntarios y la propia artista vertieron su sangre que fue previamente extraída por dos jóvenes de la Facultad de Enfermería de la UANL.
Como un ritual simbólico, cada voluntario recibía una jeringa con la sangre que le habían extraído y con ella se dirigían al centro del altar y disparaban la jeringa que expulsaba el líquido rojo.
Ante la mirada atónita y de asombro de la mayoría de los asistentes, fueron pasando los 14 donadores, mientras que la temperatura del interior del recinto aumentaba y se sentía una densidad en el ambiente.
Robles fue la última en arrojar su sangre, pero ella decidió que su sangre chorreara directamente de su brazo, representando así su solidaridad con todas los deudos de los muertos y desaparecidos.
La cantidad de sangre de las jeringas alcanzaba los 200 miligramos, pero fueron alrededor de 500 miligramos los que donó Rosa María, como una firma indeleble de su protesta, que espera que provoque diversas reacciones entre los espectadores.
“Este altar habla de los muertos de México. Lo que está pasando en este país es algo bastante doloroso y vergonzoso, por lo tanto es lúgubre. Los 365 días del año se cometen asesinatos en alguna parte del país.
Sólo algunos elementos tradicionales se pueden reconocer en el altar “País de Fantasmas” que son las veladoras y un techo cubierto de tiras, pero que en vez de usar el papel picado de colores, la artista propuso colgar ejemplares de la sección policiaca, en los que los asesinatos cometidos por el narcotráfico ocupan la primera plana.
Aseguró que no tiene miedo, sino al contrario, dijo que es un momento importante para que los artistas y creadores participen con sus propuestas para ejercer presión, para denunciar los actos corrupción e impunidad, de los que han sido víctimas todos los mexicanos.
La instalación de Rosa María Robles permanecerá hasta mediados de noviembre en la Casa Universitaria del Libro.
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