CD. DE MÉXICO.-
El arqueólogo Leonardo López Luján, a falta de documentos y códices, explicó la concepción que se tuvo en Teotihuacán sobre el tiempo y el espacio, a partir de las esculturas, cerámica, pinturas, arquitectura, urbanismo y ofrendas encontradas en la Pirámide de la Luna.
Durante la videoconferencia “Universos en miniatura: excavaciones en las entrañas de la Pirámide de la Luna”, organizada por El Colegio Nacional, López Luján detalló su participación en el Proyecto Pirámide de la Luna.
El Proyecto Pirámide de la Luna inició en 1998 y en 2004 las excavaciones terminaron en 2004; sin embargo, dijo, actualmente siguen en proceso algunos materiales hallados en el sitio que al mismo tiempo se someten a la interpretación, procedimiento que debe realizarse pues no se cuenta con fuentes que confirmen o no, algunas hipótesis que se han planteado.
El investigador del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) explicó que a diferencia de otros pueblos, en Teotihuacán no hubo un registro de sus pensamientos en documentos escritos o pictografías, que son los códices.
Los documentos escritos de otras culturas que aún se conservan “comprenden textos redactados en caracteres latinos, lengua castellana, latín, pero también en lenguas indígenas como el náhuatl u otomí”.
Además de los documentos escritos están las pictografías en las que “nos muestran de forma gráfica” las concepciones que tuvieron, como son los registros calendáricos “que nos hablan del cómputo del tiempo” o que muestran cuál es la configuración del cosmos, es decir, el cielo, la parte central que era donde vivían las criaturas.
Al referirse al espacio habitado por los seres vivos, López Luján enfatizó que no solamente se trataba de la tierra como la conocemos actualmente, sino de “los primeros cuatro cielos donde estaban las plantas, los animales, los seres humanos, el Sol, la Luna, las estrellas y la parte inferior que era el inframundo”.
Además señaló que hay gran cantidad de calendarios y documentos en los que se habla de la estructura del cosmos, pero también de su funcionamiento, como por ejemplo, la “anatomía y fisiología de esa enorme máquina que es el Universo”.
“Gracias a esos documentos y códices sabemos que en el tiempo primordial reinaban las aguas en el mundo y regía la oscuridad. En un momento determinado emergió de las aguas un monstruo reptiliano, (a veces con forma de cocodrilo, pez cierra o tortuga) para formar la costra terrestre”.
El investigador dijo que de acuerdo con versiones míticas, el ser reptiliano fue “penetreado por algunos dioses quienes lo partieron en dos, mitades que al sumarse (9 + 9) daban 18, la mitad inferior con la conformarían los pisos del inframundo y la mitad superior con la que crearían los cielos”.
Sin embargo, ese ser reptiliano en algunos momentos también es representado como un personaje “híbrido, mitad cocodrilo y mitad árbol, que está dividido en dos ramas que se entrecruzan”.
En otras culturas, todos esos datos quedaron plasmados en documentos y códices; sin embargo, la situación es diferente en Teotihuacán, porque no se cuenta con las fuentes históricas.
“Queremos interpretar lo que se ha encontrado en Teotihuacan, pero no hay pictografías, códices ni documentos escritos complejos. Algunos investigadores han descubierto que hubo un sistema escriturario pero por desgracia no tiene la complejidad que vemos en la sociedad maya ni de la escritura que trajeron los españoles en el momento del contacto.
Carecemos de esos registros”, dijo López Luján.
Al no contar con los documentos, el investigador planteó tres preguntas: ¿cómo reconstruir la cosmovisión de los habitantes de Teotihuacán?, ¿qué tipos de testimonios de la cultura material del sitio nos pueden ayudar a descubrir su complejo pensamiento? y ¿cómo analizar esos testimonios desde el punto de vista arqueológico?
El arqueólogo participó en las excavaciones en la Pirámide de la Luna y a partir de los hallazgos, dijo que la iconografía plasmada en la cerámica, escultura y la pintura son elementos de la cultura material que informan sobre la concepción del tiempo y espacio que se tuvo en Teotihuacán.
Agregó que para la interpretación de la cosmovisión en Teotihuacán también se deben tomar en cuenta su arquitectura y su urbanismo, así como los depósitos rituales en donde se encontraron restos humanos de hombres, restos de animales de águila real, lobo mexicano y puma, así como jadeíta, obsidiana, serpentina y pedernal.
“Los esqueletos humanos hablan de la práctica sacrificial. Los entierros de Teotihuacán al igual que los de Tenochtitlan pudieran ser cosmogramas, modelos del Universo”, propuso Leonardo López Luján.