México, D.F. / Julio 12.-
Nuevos documentos y piezas que se han sumado al acervo de la pintora mexicana Frida Kahlo, quien murió el 13 de julio de 1954, serán llevados al museo que lleva su nombre, para así ampliar sus instalaciones, en septiembre próximo.
Para ello, Carlos Phillips Olmedo, director del inmueble conocido también como Casa Azul, realizó el alquiler de la casa aledaña a ésta, por lo menos por los siguientes 10 años, cuyo proyecto consiste en optimizar un espacio dedicado a conferencias y seminarios y otras seis salas de exhibiciones temporales.
Dado que el fideicomiso establece que la obra de la pintora no puede salir del inmueble, el director ya cuenta con los permisos correspondientes del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), para la abertura en una de las bardas entre ambas casas.
Lo anterior, luego de que el hogar de Frida y museo a partir de 1958, resulta ahora insuficiente para albergar y preservar unos 22 mil documentos, 5 mil 387 fotografías, 3 mil 874 revistas y publicaciones y 2 mil 170 libros, numerosos dibujos, vestidos, corsés, medicinas y juguetes, que se han sumado al acervo.
Convertida en una de las pintoras más cotizadas de la actualidad, Frida Kahlo es autora de una extensa y apasionante obra marcada por el dolor y sufrimiento que le tocó vivir, el cual transformó en arte, dado su temperamento, siempre de frente a la adversidad.
Como un ataque de poliomielitis le afectó una pierna y luego a los 19 años cuando un accidente la condenó a la parálisis permanente, en que la artista asumió la intensidad como su forma de vivir y dar rienda a su impulso creador.
Magdalena Carmen Frida Kahlo Calderón nació el 6 de julio de 1907, en un barrio de Coyoacán, del México prerevolucionario, siendo la tercera hija del matrimonio de Guillermo Kahlo y Matilde Calderón, y aunque en 1913 sufre un ataque de poliomielitis que le afecta la pierna derecha, continua su vida normal.
En 1922 inició sus estudios en la Escuela Nacional Preparatoria, donde observa a Diego Rivera pintar su mural “La Creación”. Fue durante esa época que tomó algunas clases de grabado con el maestro Fernando Fernández.
En septiembre de 1926 sufrió un terrible accidente cuando, en compañía de su novio, el destacado intelectual Alejandro Gómez Arias, viajaba en un autobús que es colisionado por un tranvía, en que se rompe la columna vertebral en tres partes, así como la clavícula, tres costillas, la pierna y el pie derecho.
Aunado a ello un tubo le atravesó la cadera hasta el sexo produciéndole una triple fractura de la pelvis que le impediría después tener hijos.
Ese accidente la marcaría para toda su vida, habiendo sido su manantial de horrores físicos y en muchos momentos, origen de la tragedia reflejada en su obra artística.
Fue su padre que la acompañó en la convalecencia obsequiándole material para pintar, el cual habría de convertirse en su único consuelo durante períodos de tratamientos e intervenciones quirúrgicas.
De esa dolorosa época es cuando empezó a pintar sus primeras obras: retratos oscuros, de formas rígidas y convencionales. Posteriormente, ya con Diego como pareja, perfeccionaría su técnica.
Su reencuentro con Diego Rivera ocurrió cuando éste regresó de Rusia, en 1927, pintando los frescos de la Secretaría de Educación, ésta le lleva sus primeros cuadros y el pintor muestra interés por la artista y su obra; dos años más tarde se casan, cuando ella tenía 22 años y él 43.
A decir de sus biógrafos, Frida siempre tuvo la obsesión de tener un hijo, lo intentó más de una vez con resultados trágicos, incluso poniendo en riesgo su vida.
La relación entre ambos era retroalimentada porque compartieron muchos aspectos de la vida mexicana que en los años 30 y 40 se vivieron intensamente.
Participaron tanto de la vida política como de la plástica y lograron convocar a grandes artistas e intelectuales. Sin embargo, la vida sentimental de ambos fue tortuosa y variada, pues tanto uno como otro mantenía relaciones extra conyugales permitidas. Diego tenía gran debilidad por las mujeres y ocasionaba celos, inseguridades, soledades y desazones a Frida.
No obstante, el genio, el temperamento y la personalidad de Frida quedaron impregnadas en su pintura, que la convirtieron en un personaje universal, pues su obra trascendió la intimidad con que fue realizada y actualmente es una de las pintoras más cotizadas de América Latina.
Mientras la muerte se le fue acercando de puntillas, ella se vistió ceremonialmente para permanecer en la cama y pintar. “No estoy enferma -decía-, estoy quebrada. Pero estoy feliz de estar viva mientras pueda pintar”.
La muerte la alcanzó el 13 de julio de 1954, cuando ya contaba con una extensa y apasionante obra, llena de autorretratos y representaciones del dolor con el que vivió.
De estas obras destacan “Lo que vi en el agua”, “Las dos Fridas”, “Autorretrato con pelo cortado”, “Autorretrato dedicado al Dr. Eloesser”, “El abrazo de amor de El universo, la tierra”, “Yo, Diego y el señor Xólotl”, “Diego y yo” “Autorretrato como Tehuana o Diego en mi pensamiento, o Pensando en Diego”, y “La columna rota”, entre otros.
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