Cd. de México.-
Son muchas las teorías sobre cómo el ejercicio mejora el funcionamiento tanto del cuerpo como de la mente. Sin embargo, al iniciar con un entrenamiento físico, es difícil observar las mejoras en nuestro cerebro, pues generalmente pensamos en el agotamiento que genera, así como, en concluir con la rutina para reafirmar lo más pronto posible, es decir, sólo nos enfocamos en los resultados visibles.
No obstante, el equilibrio mental también depende de un estricto y constante entrenamiento que ayuda a mejorar aspectos tan esenciales como; la memoria, el equilibrio, la coordinación, la concentración, hasta factores indispensables tales como; la autoestima, independencia y estabilidad.
Aunque dichas capacidades parecieran estar presentes en cada individuo, lo cierto es que resulta difícil desarrollarlas. El estilo de vida actual, sumado al estrés cotidiano, generan un desequilibrio mental, mismo que se ve reflejado con ansiedad y poca capacidad para concentrarse. Los beneficios psíquicos que se obtienen con el ejercicio pueden combatir trastornos de sueño y hasta padecimientos tan complicados como la depresión. Así mismo, el deporte previene tanto patologías físicas, como degenerativas, un ejemplo de ello es el alzheimer.
Es así como la práctica constante de alguna actividad física mantiene un equilibrio entre la mente y el cuerpo. La relajación y placer que se logra después de ejercitarse, funciona como un estupefaciente natural que produce la conexión de los sistemas, debido a las endorfinas que libera nuestro organismo al alcanzar dicho equilibrio. Contar con un sistema integral, en donde existe un acondicionamiento tanto físico, como mental, es resultado de un buen entrenamiento.