FOTOS: ANDREA JIMÉNEZ
MONTERREY, N.L.- Para Mario Vargas Llosa, la literatura jamás será reemplazada y gracias a ella se puede desarrollar el espíritu crítico para cambiar una realidad.
“Ese sentimiento de insatisfacción y malestar es el espíritu crítico que ha permitido al ser humano avanzar”, afirmó el Premio Nobel de Literatura 2010, quien es admirador de la obra del regiomontano universal Alfonso Reyes.
Ayer por la tarde, el autor de La Fiesta del Chivo y Conversación en la Catedral- entre otras- ofreció la conferencia magistral “Victor Hugo y mis pasiones literarias”, como parte de las actividades de la Cátedra Alfonso Reyes.
La cita con el escritor peruano fue en el Auditorio Luis Elizondo que lució ocupado en su totalidad por estudiantes y maestros del Tecnológico de Monterrey en su mayoría, pero también por admiradores de la obra de Vargas Llosa.
Tal y como si estuviera en la sala de su casa, el expositor habló sobre las facetas de Víctor Hugo, a quien difícilmente se le podría igualar otro escritor en esta época, ya que en la que él vivió, la gente lo idolatraba, como una especie de rockstar o estrella de cine.
Vargas Llosa no sólo se limitó a hablar sobre las cualidades del también poeta, ensayista y novelista francés, sino que además compartió algunas de las intimidades de este célebre autor sobre su vida sexual.
Señaló que según fuentes fidedignas Víctor Hugo llegó virgen al matrimonio, por lo que en su noche de bodas, le hizo hasta nueve veces el amor a su esposa, y a partir de ahí, su energía sexual, era comparable con su energía creativa.
“So obra literaria era fecunda y su vida sexual también”, expresó ante las risas de los asistentes.
Entre otras cosas, dijo que Víctor Hugo fue el primer escritor profesional, pues llevaba un registro de sus gastos; que era un excelente dibujante; también que era dominado por el ego, pues llegó a creerse lo que la gente decía de él y en la casa que él mismo diseñó estaban sus siglas por todas partes y en especial, su egolatría era más evidente en el comedor, pues mandó construir una silla que era como un trono digno de un rey.
El autor de “La Fiesta del Chivo” reiteró que la literatura es un arte que no debe morir, pues la gente que lee es capaz de cuestionarse y de esa manera desarrolla el espíritu crítico de transformación en el ser humano.
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