Bogotá, Col.-
Colombia despidió hoy a Gabriel García Márquez con la obra “Réquiem”, de Wolfgang Amadeus Mozart, el vallenato “La casa en el aire”, así como flores y mariposas amarillas.
El homenaje solemne estuvo presidido por el presidente Juan Manuel Santos y monseñor Rubén Salazar, en la catedral primada en Bogotá, una joya arquitectónica de 1590, donde se rinde tributo a los grandes de Colombia y en este caso al inmortal “Gabo”.
La catedral con sus capillas laterales, sus tres imponentes naves y sus asientos de fina madera, se vistieron de flores y mariposas amarillas, para despedir al personaje más grande de la historia de Colombia.
La ceremonia en esta catedral, que ordenó construir el fraile español Domingo de las Casas, se inició con una corta oración de monseñor Salazar.
Después, desde el púlpito, otro sacerdote dio lectura al Evangelio, según San Mateo, que con gran devoción escucharon los asistentes vestido con trajes color negro y blanco, lo que exaltaban la solemnidad del acto.
El silencio era sepulcral en el interior de la Catedral Primada, entre creyentes y no creyentes, porque “Gabo” fue amigo de unos y de otros, porque al maestro, quizá los únicos que no lo quisieron fueron aquellos de la extrema derecha, que el día de su muerte lo enviaron en un trino al infierno.
Por respeto al creador de ese mundo imaginario que es Macondo, y por sus millones de lectores de todas las religiones del mundo, por los no creyentes, como “Gabo”, se optó por no hacer un acto religioso, con misa cantada.
Monseñor Salazar, como jerarca de la iglesia católica colombiana, exaltó la figura del autor de “Cien años de soledad”, a quien calificó como “máximo maestro de las letras”, como un hombre de amistad, que promovió sentimientos de amor, de familia y de honradez.
García Márquez, dijo el prelado, “creó un mundo mágico, pero a la vez el más real de todos los mundos (…) Nos abrió el camino de la humanidad para construir la paz”.
El mensaje de Salazar fue escuchado con atención por el presidente Santos, los ex mandatarios Belisario Betancourt, César Gaviria y Ernesto Samper, así como magistrados, congresistas, ministros, ex ministros, diplomáticos y los más cercanos amigos del escritor.
En el espacio para los ex mandatarios se destacó la ausencia de Álvaro Uribe Vélez y Andrés Pastrana, que son los dos principales políticos que se oponen a la reelección de Santos.
Los dos cuestionan el proceso de paz de Santos con la insurgencia y la ceremonia, con toda su solemnidad, lleva implícito un llamado a seguir buscando la paz, porque ese fue el gran sueño de “Gabo”.
Monseñor Salazar finalizó afirmando que García Márquez fue “sal de la tierra y luz del mundo” con su ejemplo y su obra que vivirá por siempre.
En ese momento, entró la Orquesta Sinfónica de Colombia y el Coro Santa Cecilia, que interpretaron el “Réquiem” de Mozart.
En los instrumentos de los músicos y en sus vestimentas negras había pequeñas mariposas amarillas, una forma simbólica de tener cerca a sus corazones al genio del realismo mágico.
Al finalizar la participación de la Orquesta Sinfónica de Colombia, el turno fue para el jefe de Estado, quien reiteró “la gratitud de los colombianos con García Márquez”.
Santos afirmó que García Márquez “buscó la paz, trabajó por la paz y siempre quiso una Colombia en paz”, al tiempo que pidió un aplauso para el maestro de maestros, el cual duro un minuto cerrado.
Pero la solemnidad del acto, con Mozart como eje central de la ceremonia, tenía que finalizar con sabor a Macondo, y la Orquesta Sinfónica de Colombia interpretó un vallenato clásico que cantó “Gabo” en más de mil y una noches: “La casa en el aire”, de su entrañable amigo Rafael Escalona.
La ovación cerrada y la emotiva interpretación de “La casa en el aire” hizo mover las flores y las mariposas amarillas como si quisieran empezar a volar y a volar en busca de la imaginación desbordante de “Gabo”.
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