Monterrey, N.L.-
La Tierra ha enfrentado numerosas extinciones masivas desde su inicio. Uno de los criterios para identificar estas extinciones está dado por la desaparición de tres cuartos de la biodiversidad viva como bacterias, algas, hongos, plantas, insectos, arácnidos, peces, anfibios, reptiles, aves y mamíferos por mencionar algunos, en un intervalo geológicamente corto.
El día de hoy sin darse cuenta y sin hacerlo a propósito, el ser humano es el causante de la Sexta Extinción Masiva.
Las cinco extinciones masivas, previas a la aparición de los humanos, fueron las del Ordovícico-Silúrico, Devónico-Carbonífero, Pérmico-Triásico, Triásico-Jurásico y del Cretácico-Paleógeno.
¿Cuál es el problema, si la Tierra tiene más de 4.5 mil millones de años, hace 3.5 mil millones comenzó la vida y alrededor del 99 por ciento de su biodiversidad se ha extinto?
Es cierto: La extinción es un proceso inevitable, sin embargo, actualmente la tasa de extinción rebasa en algunos grupos hasta 10 mil veces a la tasa natural.
Las razones antropogénicas, es decir, aquellas en las que está involucrado el hombre, son numerosas, pero se pueden resumir en cambio climático, contaminación, cambio de uso de suelo, especies exóticas invasoras y sobreexplotación.
Entonces, la preocupación por la sexta extinción masiva es inevitable y justa.
Por tal razón se debe reflexionar, cuestionar y actuar para evitar, o al menos reducir, la desaparición mundial de la biodiversidad que actualmente se posee.
Claro, la acción individual no es la respuesta absoluta, ya que se requiere del apoyo de la industria y gobierno.
¿Cómo llegar a un equilibrio cuando hay administraciones públicas que atribuyen la contaminación a las carnes asadas que preparan los ciudadanos, por cierto enojados por el pésimo sistema de transporte público y, a la vez, imposibilitados de reducir las emisiones de gases que producen el efecto invernadero, emanadas de los vehículos que utilizan?
Las acciones individuales y colectivas son importantes, pero por más cepillos de dientes de bambú -y no de plástico- que compren los ciudadanos, el problema persistirá porque siguen existiendo industrias que emiten altas cantidades de gases de efecto invernadero y consumen miles de litros de agua por hora.
Es comprensible entonces que haya ciudadanos que puedan percibir un sentimiento de injusticia y creer inútil su esfuerzo.
Cada pequeña gran acción se volverá insignificante mientras no exista un cambio sistémico radical.
Si bien hay estudios que demuestran cómo las acciones individuales sirven como modelo de inspiración para cambios mayores, se requiere de un cambio estructural “de pies a cabeza”, migrar a economías bajas en emisiones de carbono y dejar de depender de una economía capitalista que parece que sólo busca individuos adictos al consumismo extremo. Empero, sin dejar de sumar a ese todo el esfuerzo personal a favor de la vida de todos.
Ojalá haga usted de esta sexta extinción masiva un periodo de acciones individuales y colectivas, ¿no cree? (Redacción de Nayelli Rivera)
Nayelli Rivera
Investigadora
Facultad de Ciencias Biológicas de UANL
nayelli.riverav@gmail.com